lunes, 17 de febrero de 2014

Una chispa en la pradera


En su afán de exhibir fortaleza, el gobierno de Maduro se demuestra torpe e incompetente. Desde hace un par de semanas se está enfrentando a los estudiantes a todo lo largo del país. Esta escalada de protestas ha podido sofocarla de manera inteligente desde su inicio, dándole respuestas oportunas a quienes estaban demostrando genuina preocupación por un hecho puntual en una universidad de San Cristóbal. Ha podido dialogar, transar. Pero escogió tratar de sofocar la protesta, pensando que la cosa quedaría allí. Sucedieron los hechos que todos conocen, una reacción desproporcionada y agresiva. Detenciones de decenas de estudiantes, muertos, heridos, asfixiados, desaparecidos. La situación se le fue de las manos, a pesar de todos sus esfuerzos y apoyo de medios militares y paramilitares. Hoy los ojos del mundo se voltean hacia Venezuela, gracias a las agencias internacionales pero también al poder ciudadano que, haciendo un uso inteligente de la tecnología, no depende de los medios de comunicación tradicionales para rebotar hacia el exterior lo que está sucediendo en el país. El domingo 16 de febrero se dieron a conocer unos hechos espeluznantes, de un sadismo que espanta. Lo que revela el Foro Penal es de una gravedad sin precedentes; de demostrarse esas acusaciones, el gobierno es responsable de delitos de lesa humanidad. En el momento que escribo esto, hay comisiones de la policía política allanando de manera ilegal la sede de un partido político, Voluntad Popular, buscando a quien saben bien que no está allí, con la única finalidad de demostrar su poder. Tienen en jaque al centro comercial Plaza, en donde está situada su sede; informan que están lanzando bombas lacrimógenas dentro del centro, y la gente está atrapada en los comercios y oficinas. También comienza a escucharse de manifestaciones en Petare y Caricuao; por ahora son incipientes, pero no se puede predecir todavía cual será su evolución. Mientras tanto el movimiento estudiantil no cede en su intención de no abandonar las calles hasta tanto no se vean satisfechas sus peticiones, que no son otras que lograr la liberación de todos los estudiantes detenidos. Tienen a su favor la juventud, y la convicción de estar luchando por una causa justa, por lo que esto está lejos de detenerse. No quiero decir con ello que haya posibilidades de hacer caer al gobierno con las protestas estudiantiles; sin embargo, se le está incendiando el país por los cuatro costados. Y todo por no dar su brazo a torcer cuando tuvo la oportunidad.

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