lunes, 29 de febrero de 2016

Venezuela: no country for Mad Max



Resulta demasiado fácil establecer analogías entre los hechos ficticios representados en una película y la realidad abrumadora que nos envuelve. Basta hacer un poco de ejercicio de abstracción, algún ajuste de ideas, y se logra el cometido.

Esto viene a colación por la inevitable Mad Max. Esta película  viene como anillo al dedo para ejemplificar la situación venezolana: un caudillo que controla todos los productos esenciales para la vida, una población sometida por la fuerza del hambre y la sed a los designios del tirano, una élite que vive en la esfera del poder disfrutando de sus prebendas, y unos fanáticos dispuestos a inmolarse por la gloria de haber muerto para defender al caudillo. Sí: en Venezuela tenemos (o tuvimos) a Inmortan Joe, a los emperadors, a los war boys. Seguramente habrá alguna breeder. Hasta algún émulo de Furiosa podemos encontrar. Y, por supuesto, tenemos la gran masa de extras que eleva la totuma sobre la cabeza cuando al líder se le ocurre abrir el chorro.

Sin embargo, falta algo: Mad Max, precisamente. Yo no sé los demás, pero no identifico esa figura en nuestro país. No digo que falten aspirantes, que de esos hay de sobra. Pero creo que ninguno está dispuesto a hacer el gasto. Nuestros "Mad Max Wannabe" son demasiado modositos, no saben pelear sucio, y se meten en el barro esporádicamente, cuando hay un fotógrafo cerca. O, si fuera por ellos, la película se acabaría en los créditos, apenas al ser apresados.

Y esto no es ni bueno ni malo, sino lo real. No somos una película, somos una especie de país que busca a ciegas cómo recomponerse mientras se saca de encima una clase dirigente ineficiente y corrupta, que ha dilapidado la fortuna más grande que le haya entrado a Venezuela jamás sin dejar casi nada a cambio, y que tiene a la nación al borde del colapso. Y para lograr eso no se necesita a un antihéroe psicótico en busca de redención, apoyado en efectos especiales y coreografías espectaculares. Lo que necesitamos es gente comprometida con el cambio, estratega, astuta, y con la suficiente credibilidad para lograr un apoyo masivo de la población, que debería ser la manera adecuada de salir de este atolladero. La alternativa ya la hemos visto en el pasado. Los Mad Max tropicales no suelen retirarse con las manos vacías cuando logran derrocar al villano de turno, sino que se convierten en los nuevos Inmortan.