jueves, 27 de febrero de 2014

Elogio de la guarimba


Eh, no. De mí no saldrán elogios hacia ese ¿método? de ¿lucha?, que no es más que la masturbación mental de un individuo que está a buen resguardo en Miami y no debe haber quemado un caucho en su vida. Si me preguntan, la guarimba es la fantasía de una mente cobarde e irresponsable. Pero no vengo aquí a hacer juicios morales, más allá de los que expresé al principio. Me anima la intención de demostrar su ineficiencia en lograr el fin para la cual fue supuestamente diseñada, que no es otra cosa que provocar una crisis que logre un cambio en el gobierno.

Para que funcione, la guarimba debe tener dos cualidades fundamentales: extensión geográfica y larga duración. De nada sirve que en unas cuantas urbanizaciones de las principales ciudades del país se enciendan barricadas, si en el resto del país existe una relativa calma. Debe ser algo masivo y contundente.Y para que sea efectiva, debe durar un tiempo lo suficientemente largo para que logre erosionar las estructuras de poder, por cansancio. Eso amerita una logística rigurosa: se deben tener provisiones suficientes para resistir todo el tiempo que haga falta, se debe tener cubierto el auxilio inmediato a los vecinos de cada zona, se deben coordinar con los demás guarimberos rutas de escape en caso de alguna emergencia. Para hacerse bien necesita altos niveles de organización. No es sólo trancar la calle y ya, como quieren hacer ver. De la manera como se están haciendo solamente se logra molestar a los vecinos que no están de acuerdo con la medida; al poder no le hace mella.

Por otra parte, la guarimba no es realista: la mayoría de la gente en Venezuela vive de lo que produce cada día. Estoy pensando en las muchachas que limpian las casas, los obreros de la construcción, los taxistas, los porpuesteros, y un largo etcétera. Día que no trabajan, día que no comen. Y si no pueden desplazarse, no pueden trabajar. Tan sencillo como eso. A menos que en el diseño de la guarimba se le dé alguna respuesta a las personas que están en esa condición, no puede durar largo tiempo, y habrá sido inútil.

Esta es la segunda vez en la historia reciente de Venezuela que se apela a la guarimba, y parece que va camino a obtener los mismos resultados que la primera. Por mucho que el supuesto profeta diga que el régimen está tambaleándose, que a Maduro le queda una semana, todo parece indicar que poco a poco las aguas se están recogiendo. Veremos qué sucede después de este asueto carnestolendo perverso, que apuesta a la proverbial banalidad del venezolano. Tal vez me equivoque, y si es así seré el primero en reconocer mi error. Pero honestamente no creo que suceda.

lunes, 17 de febrero de 2014

Una chispa en la pradera


En su afán de exhibir fortaleza, el gobierno de Maduro se demuestra torpe e incompetente. Desde hace un par de semanas se está enfrentando a los estudiantes a todo lo largo del país. Esta escalada de protestas ha podido sofocarla de manera inteligente desde su inicio, dándole respuestas oportunas a quienes estaban demostrando genuina preocupación por un hecho puntual en una universidad de San Cristóbal. Ha podido dialogar, transar. Pero escogió tratar de sofocar la protesta, pensando que la cosa quedaría allí. Sucedieron los hechos que todos conocen, una reacción desproporcionada y agresiva. Detenciones de decenas de estudiantes, muertos, heridos, asfixiados, desaparecidos. La situación se le fue de las manos, a pesar de todos sus esfuerzos y apoyo de medios militares y paramilitares. Hoy los ojos del mundo se voltean hacia Venezuela, gracias a las agencias internacionales pero también al poder ciudadano que, haciendo un uso inteligente de la tecnología, no depende de los medios de comunicación tradicionales para rebotar hacia el exterior lo que está sucediendo en el país. El domingo 16 de febrero se dieron a conocer unos hechos espeluznantes, de un sadismo que espanta. Lo que revela el Foro Penal es de una gravedad sin precedentes; de demostrarse esas acusaciones, el gobierno es responsable de delitos de lesa humanidad. En el momento que escribo esto, hay comisiones de la policía política allanando de manera ilegal la sede de un partido político, Voluntad Popular, buscando a quien saben bien que no está allí, con la única finalidad de demostrar su poder. Tienen en jaque al centro comercial Plaza, en donde está situada su sede; informan que están lanzando bombas lacrimógenas dentro del centro, y la gente está atrapada en los comercios y oficinas. También comienza a escucharse de manifestaciones en Petare y Caricuao; por ahora son incipientes, pero no se puede predecir todavía cual será su evolución. Mientras tanto el movimiento estudiantil no cede en su intención de no abandonar las calles hasta tanto no se vean satisfechas sus peticiones, que no son otras que lograr la liberación de todos los estudiantes detenidos. Tienen a su favor la juventud, y la convicción de estar luchando por una causa justa, por lo que esto está lejos de detenerse. No quiero decir con ello que haya posibilidades de hacer caer al gobierno con las protestas estudiantiles; sin embargo, se le está incendiando el país por los cuatro costados. Y todo por no dar su brazo a torcer cuando tuvo la oportunidad.

jueves, 13 de febrero de 2014

Callejón sin salida



La oposición está entrampada. Tal vez sea su momento más oscuro desde 1998, cuando todo hacía suponer lo contrario: con la muerte de Chávez, el chavismo colapsaría eventualmente. Nada más alejado de la verdad: en estos momentos el régimen está más atornillado que nunca, gracias a la dependencia absoluta de los poderes públicos, supeditados a la presidencia.  A pesar de los continuos desaciertos del gobierno en casi todas las materias, desde la economía hasta la seguridad ciudadana, los líderes opositores no han sido capaces de capitalizar esas fallas a favor de su causa, y lucen erráticos y desperdigados, sin una agenda común y sólida.

El camino electoral parece lejano: las próximas elecciones son el año que viene, y con un CNE en manos del chavismo es muy poco lo que se puede hacer. Estoy convencido de que le arrebataron varias elecciones a la oposición, y no por trampas electrónicas, manipulación de las máquinas u otras teorías conspiranóicas que circulan elección tras elección, sino por una vía mucho más directa: la coacción, el voto asistido, los centros electorales fantasmas en donde no hay ni un solo voto nulo ni un solo voto para la oposición, centros en los cuales los testigos de los partidos opositores no entran.  Basta con revisar los mismos datos que publica el CNE en su página web para constatar esta situación. Así que, a menos que la victoria de la oposición sea contundente, el oficialismo tiene margen de acción para voltear los resultados, lo que les permitirá ganar todas las elecciones en las que  participen.

¿Qué queda, entonces? La  #salida, que pareciera un fast track para obligar el cese de funciones del régimen, es una fantasía improbable. Tenemos 12 años marchando y obteniendo los mismos resultados. Y al régimen parece habérsele acabado la paciencia, y no está dispuesto a dejarse embochinchar al país. Para evitar eso tiene a los grupos paramilitares, bien armados y dispuestos a todo. Ayer murieron 3 personas, dos estudiantes y un miembro de uno de los colectivos, y el mensaje está claro: habrá plomo para quienes protesten, y criminalización instantánea para quienes fomenten, apoyen o conduzcan las marchas. Ya se emitió la orden de captura para Leopoldo López, cosa que estaba en el ambiente desde un principio. Volviendo a la #salida, hay tres maneras constitucionales para acabar anticipadamente con un período presidencial, que yo sepa: por renuncia del mandatario, por fallecimiento del mismo, o por referéndum revocatorio. Ninguna de las tres parece viable en estos momentos.

Creo que el chavismo va a seguir en el poder por mucho tiempo más. No veo en el horizonte cercano nada que lo haga trastabillar, salvo su propia torpeza. Pero han demostrado saber cómo caer de pie, y hasta ahora les ha funcionado. Mientras su propia gente acepte el estado de cosas que imperan en el país, los que están del otro lado de la acera verán cerrarse cada día más puertas, coartandose más libertades, estrechándose más el cerco totalitario.


A menos que el gran árbitro decida lo contrario. Pero creo que eso no le conviene a nadie.