sábado, 29 de marzo de 2014

Apuntes sueltos sobre la realidad venezolana




Hace rato bajé a la panadería. Una señora al lado mío pidió una pepsi de esas que llaman "de bomba", el envase plástico de 600 cc. Preguntó el precio, y le dijeron "38". Yo creí haber escuchado mal, y le pregunté, "¿Disculpe, eso cuesta 38 Bs?" Y el portu respondió: "Sí, 38. Y el lunes la aumentan a 50". Esta vaina se la llevó el diablo.


Mientras más rápido asimilemos que esto no es una democracia autoritaria con visos dictatoriales sino una dictadura por todo el cañón más rápido saldremos de ella. Ya han sacado del camino a unos 5 representantes escogidos por el pueblo en elecciones por motivos políticos, entre alcaldes y diputados, y van por todos los alcaldes opositores que les causen algún tipo de molestia.

El asunto es trágicamente sencillo: en frente no tenemos a unos gobernantes con un mínimo de sentido común para entender el malestar de la población, sino a unos individuos aferrados al poder, el cual ejercen de manera grosera, y que no tienen ningún escrúpulo. A esto nos estamos enfrentando, y debemos estar claros en ello.

Este régimen nos trae a la memoria la noche. La noche de los cuchillos largos, la noche de los cristales rotos, la noche de los lápices. Es de esperar que en algún momento amanezca.

Yo cuando chamo era chavista a rabiar. No me perdía un capítulo del Chavo del 8. Después crecí y entendí que el chavismo es una payasada.


¿Cuánto vale en realidad el Bolívar? La respuesta genérica, y bastante acertada, es "nada". Pero se puede especificar un poco más. Sin ser economista, la lógica me dice que, dada la proveniencia de todo lo que consumimos -con muy pocas excepciones-, se debe ponderar la distribución de lo que se compra entre los diferentes tipos de cambio, que hoy son 4. El antiguo Cadivi, el Sicad I, el Sicad II yel que antes era prohibido pero ahora parece que no. Por lo que estuve escuchando hace rato por radio, el Sicad II no tiene mucha injerencia, pues las importaciones a ese rubro se estiman en un 10% del total. Así que la torta se reparte entre los otros 3. Algo me dice que lo que se compra a negro debe ser un porcentaje muy alto, ya que ex-cadivi es para medicinas y algunos productos de primera necesidad, y Sicad I va un poco en esa misma línea. Así que el tema correspondiente a calzado, vestido, enseres, repuestos, diversiones, por nombrar algunos, se va a resolver por la vía del mercado alternativo. Eso quiere decir que si nos conformamos con un nivel de vida precario, tal vez podamos estirar los churupos para que nos lleguen a final del mes. Pero si aspiramos a una vida algo más holgada, nos la vamos a ver muy complicada. Nada nuevo bajo el sol, por otra parte.


Un tipo que al ser militar activo está violando la constitución al ejercer al mismo tiempo como diputado decide que María Corina Machado no es apta para ocupar una curul en la Asamblea Nacional. 


Si no aplicamos el 350, estamos desobedeciendo la constitución. ¿Cómo hacemos? Artículo 350 El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.

Lo peor que le puede pasar a un país es que se acostumbre al horror.


Que nunca se olvide que todo este problemón comenzó por la soberbia de un régimen que no le dio respuesta oportuna a unos estudiantes que exigían mayor seguridad.


La cosa está tan apretada que ya comienza a haber escasez de lo único que se conseguía, Patria.


Esta situación me ha hecho aprender geografía. Ahora sé que hay un país que se llama Saint Kitts and Nevis, que tiene menos habitantes que Corozopando pero vota en la OEA y su voto cuenta tanto como el de cualquier nación con más de 100 millones de habitantes. El saber nos hará libres, dicen por allí. No estoy seguro, de momento el saber me da es arrechera.

Estamos montados sobre una dinámica endemoniada, nadie quiere ceder. De un lado está la indignación de un pueblo cansado por la inseguridad, el alto costo de la vida, la escasez y un largo etcétera. Del otro un régimen que no escatima en usar todo el poder del estado para sofocar las protestas. Me pregunto cuál será el punto de quiebre, y cuando llegará.

El presidente de un canal de televisión del estado se queja de que hayan puesto término a un programa chabacano, sexista y de baja calaña en un canal privado. El detalle: él era el animador del programilla. Winston, date tu puesto, si es que tienes alguno.

Tanto criticar al fascismo para terminar copiándole los métodos y la estética.

Estamos necesitando un escritor como Kundera, que documente con precisión las vicisitudes de estos tiempos, y que describa la ignominia de aquellos que aún sabiendo lo que sucede lo justifican y encima lo apoyan.

Qué vaina con el prurito de ser respetuosos. Hay momentos históricos que demandan acciones fuertes, estamos en uno de ellos.

A los que están implorando por una intervención militar, tengan en cuenta que tenemos una que lleva 15 años, y sigue tan campante.


En Venezuela se están cometiendo delitos de lesa humanidad. Hay decenas de videos que atestiguan cómo los militares agreden salvajemente a la población civil desarmada. Esos casos no quedarán impunes, véanse en el espejo de los gorilas del sur a quienes la justicia apresó cuando pensaron que ya todo estaba olvidado.


Señor Maduro: quisiera pedirle permiso, siempre y cuando no sea mucha molestia, para protestar mañana por su pésima política económica, por su genuflexión ante los hermanos Castro, por armar con equipamiento de guerra a los mentados colectivos, por no hacer nada para evitar la inseguridad. A la espera por su aprobación, quedo de ud, atentamente, Mirco Ferri.

Este es un gobierno formado por tirapiedras de profesión, que se apalancó en un golpe de estado para hacerse notar, y que cuando la gente le protesta se altera todo y la acusa de violenta y antidemocrática. Qué bolas tienen quienes lo defienden.

Venezuela es firme candidata para ser sede de los próximos juegos de infierno.

sábado, 22 de marzo de 2014

Y la OEA, ¿de qué se ríe?


La OEA se rie, se carcajea, a ella le parece comiquísimo el ingenio de los dictadores, califica de fina ironía la boutade que suelta quien dijo "con total transparecia, privada". Mientras tanto los cadáveres de decenas de venezolanos asesinados por la fuerza pública y por los paramilitares están descomponiéndose lentamente, a la par de la anteriormente conocida como República de Venezuela, hoy apenas un terreno, una plantación manejada a distancia por sus dueños antillanos a través de un capataz bigotón, de pocas luces y escaso talento, pero con las cualidades que les sirven: la obediencia ciega, la lealtad muda.

A la OEA no le importa que las fuerzas del orden público repriman manifestaciones de protesta de manera brutal y sin respetar los derechos humanos, utilizando cartuchos aliñados con balines de plomo, metras y tuercas, muchas veces a quemarropa. O con pistolas 9 mm. O con el empleo de la fuerza bruta, golpeando a una persona ya rendida con un casco. O con vehículos de guerra. O con gases lacrimógenos vencidos.

A la OEA no le importa que le hayan dado sendos golpes de estado a dos alcaldes electos por el pueblo, saltándose a la torera la constitución. No le importa que haya un poder electoral totalmente entregado al ejecutivo, o al legislativo, que en un solo día emite orden de captura, enjuicia y condena a un hombre, en un país en donde los procesos judiciales duran meses o años, si es que terminan. Salvo cuando haya necesidad polìtica de apresurarlos. Allí si es la mata de la eficiencia.

A la OEA no le importa que la constitución venezolana sea una masa de plastilina moldeable al gusto de los gobernantes de turno, quienes la manipulan a su conveniencia porque no tienen ningún contrapeso.

A la OEA no le importa que las fuerzas armadas del país respondan a una parcialidad política, algo taxativamente prohibido por la constitución.

La OEA se ríe, y no le importa para nada lo que sucede en en Venezuela. Ese no es su problema, mientras siga fluyendo el petreóleo regalado, todo está bien. Los problemitas internos no son de su incumbencia. Yo digo que está bien: cuando uno de chamo le tenía arrechera a otro, no le pedía permiso al director del colegio para entrarle a coñazos. Actuaba y ya. Y se atenía a las consecuencias, posteriormente. Si lo expulsaban, seguía su vida igual, no se acababa el mundo por ello.

viernes, 7 de marzo de 2014

"Candelita que se prenda..."




"Gobierno sólo para el pueblo al cual pertenezco". En situaciones normales esta afirmación no debería levantar mayores suspicacias, ya que se entendería que "pueblo" hace referencia a la población total del país. Pero estamos viviendo una situación que de normal no tiene nada, a menos que por lo que estamos atravesando se convierta en nuestra normalidad, en adelante.

¿Qué quiso decir Maduro, en realidad? Dados los antecedentes, no nos queda otro remedio que inferir lo siguiente: para él, "su" pueblo es aquella parte de la población que simpatiza con su propuesta política, o mejor dicho con la propuesta política de su antecesor y mentor, ya que él no ha hecho otra cosa que tratar de profundizar y radicalizar lo más posible esa posición. Y, por ende, quienes no pertenezcan a "su" pueblo, vienen siendo un estorbo, al que hay que reducir a la fuerza, obligar a la emigración, o simplemente silenciar. Con todo lo que implique ese verbo. El día anterior a los sucesos terribles de Los Ruices, el miércoles 5 de marzo, fecha aniversaria de la muerte de Chávez, Maduro le dio carta blanca a los colectivos para que arremetieran contra las barricadas. "Candelita que se prenda, candelita que me apagan" fue, palabras más palabras menos, el mandato. Y también fue lo que hicieron los colectivos, con el trágico saldo de dos personas fallecidas. Sin entrar a especular sobre dichas muertes (ya hay dos versiones: la oficial, que habla de francotiradores de "la derecha", y la recogida por reporteros que dice que murieron por "fuego amigo"), uno se pregunta qué hacen civiles sofocando una protesta. Para eso deberían estar las fuerzas del orden público. Pero hay demasiadas evidencias gráficas que sugieren que ambos grupos operan coordinadamente: no es normal que un civil accione un arma a pocos metros de unos Policías Nacionales sin que éstos últimos hagan algo por impedirlo, como se puede apreciar en la siguiente fotografía:



En algún momento Maduro exigió que se le reconociera como legítimo presidente, electo en unos comicios fuera de toda sospecha (según él, por supuesto). Ahora es él quien no quiere reconocer a sus adversarios políticos. Cuando hice una reflexión en Facebook al respecto de lo que significamos los que nos oponemos al gobierno, en estos términos: "La mitad del país no tiene un presidente, sino un enemigo que lo quiere ver sumiso, emigrado o eliminado" alguien me hizo ver que en realidad es mucho más que la mitad: es el tercio que históricamente ha votado en contra del chavismo más el tercio que regularmente se abstiene. Tal vez la proporción  no esté bien calculada, pero el punto es que un porcentaje altísimo de la población es percibida como enemiga por parte del régimen. Este escenario, no hace falta decirlo, es peligrosísimo y explosivo. Y los acontecimientos que están ocurriendo en el país desde hace casi un mes lo demuestran. Poner a pelear pueblo contra pueblo es criminal, sobre todo cuando una parte no dispone más que de consignas y voluntad para hacerle frente a las balas que posee la otra.

Esta locura debe detenerse. No es posible que en el afán de sofocar unas protestas, absolutamente justas de paso, se provoque una matanza entre compatriotas. Las cifras de esta crisis son alarmantes: una veintena de muertos, más de mil detenciones, más de 30 casos de maltratos físicos y psicológicos, son los siniestros números que la dimensionan.  Ahora, ¿quién le pone el cascabel al gato? De la comunidad internacional no se debe esperar nada: para ellos es un problema doméstico y como tal debe solucionarse, sin injerencia externa. Un diálogo entre las partes involucradas tampoco parece ser viable, las vías de comunicación están totalmente bloqueadas. La sociedad civil no tiene otro papel que el de proveer  las víctimas. El juego parece estar trancado, pero nadie quiere voltear las fichas remanentes y contar.  

domingo, 2 de marzo de 2014

La uña que puede poner a trastabillar al régimen


"Maldita me volaste mi uña que la tenía tan bonita”. Esto dice Marvinia Jiménez que le gritó la mujer Guardia Nacional que la agredió el lunes 24 de febrero durante las protestas que se escenificaron en La Isabelica, Valencia, en la estremecedora entrevista que le concedió al diario El Carabobeño y que fuera publicada el domingo 2 de marzo. El relato es desgarrador, y no hay razones para no creerle a Marvinia. En los múltiples videos y fotografías que corren por la red es patente la saña con la cual fue agredida por los GN, así que quedan pocas dudas sobre lo sucedido. 

Marvinia no es ninguna opositora opulenta: vive de su trabajo de costurera en una zona popular de Valencia. Además tiene una discapacidad motora. Nada de eso le importó a esos guardias nacionales, quienes al ver que los filmaba con su teléfono celular enloquecieron y arremetieron brutalmente contra ella, en una de las actuaciones más vergonzosas que hayamos visto jamás por parte de las fuerzas públicas. Es evidente que esa fuerza no está actuando para contener las protestas, sino para aplastarlas a como dé lugar. Suponemos que esa debe ser la orden impartida por los superiores, por aquello de la obediencia debida.

Este episodio pone al descubierto la siniestra complicidad entre los poderes públicos, y sirve para ejemplarizar lo que está ocurriendo hace mucho tiempo en el país: los militares actuando sin ningún apego a la legalidad, el poder judicial tapareándolos al imputar con cargos inverosímiles a la muchacha, y la defensoría del pueblo alcahueteando todo el proceso.  Es el botón que muestra la realidad, y desnuda la connivencia que existe entre poderes que según nuestra constitución deberían ser independientes. Como el caso de Marvinia hay muchísimos otros, pero este tiene la particularidad de haber sido documentado debidamente y sin la censura de las cadenas televisivas nacionales, lo que permite que a estas horas todo el mundo pueda haberlo visto. La imagen de la enorme mujer apoyando toda su humanidad sobre el frágil cuerpo de Marvinia, y después atizándole un salvaje golpe con su casco, es icónica, y una muestra de la brutalidad al servicio de un régimen que no tolera la disidencia. Una uña, un cascazo, un símbolo de una lucha que no quiere terminar todavía. Algo que pudiera ser el detonante de un cambio. Por último, vaya un mensaje a la Guardia Nacional que perdió una de sus garras en el incidente: las uñas vuelven a crecer, pero los crímenes de lesa humanidad no prescriben nunca.