martes, 21 de junio de 2011

Apuntes sobre literatura y tecnología


Hace algunos años estaba en el cine, viendo el film `Hammet', que trata sobre un episodio ficticio, pero probable, en la vida del gran escritor de novelas negras. La película empieza con un primer plano del escritor, tecleando en su máquina de escribir el consabido `The End'. La cámara retrocede, y aparece el piso del estudio totalmente invadido por hojas arrugadas. En ese momento me dirigí a mi esposa, que me acompañaba, para decirle: `si no fuera por el procesador de palabras, yo nunca hubiera empezado a escribir'.  Más adelante, la trama se complica, y Hammet pierde el manuscrito que le había costado tanto trabajo producir (a juzgar por lo que indiqué antes). Esta vez no le dije nada a mi esposa (con mi intervención anterior varias personas voltearon con cara de `deja los comentarios, idiota') pero pensé que esa desgracia no le hubiera pasado si hubiera contado con un computador.

¿Es más noble el trabajo que nos cuesta mayor esfuerzo? ¿Que cuenta más, el resultado final o los medios utilizados para lograrlo? En mi opinión, un escritor es bueno o malo independientemente de la técnica que emplee para producir su trabajo. ¡Quién sabe cuantas obras se han perdido en el transcurso de los tiempos por falta de un respaldo adecuado! Posiblemente, escritores de la talla de Shakespeare, Cervantes o Dante, por citar a tres de los clásicos, hubieran podido producir muchísimo más material de contar con medios más expeditos que la pluma y el papel.

El surgimiento de la informática, y el gran auge que está experimentado en nuestra época, nos abre posibilidades que nunca antes se habían presentado. Por supuesto que, como todo, esto representa un riesgo: ahora cualquiera se puede sentar delante de una pantalla de computador, y decir: `Ahora sí. Aquí voy a escribir la obra maestra de este siglo'. Hipotéticamente, pudiera darse la posibilidad de que el mercado pueda inundarse de material técnicamente correcto, pero intelectualmente escaso.  Personalmente yo no creo mucho en esta probabilidad, ya que todos conocemos lo difícil que es lograr el acceso a las editoriales. Y literatura mala siempre ha habido, porque también tiene sus lectores. A mi modo de ver, si alguien sabe  escribir, lo hará mucho mejor si utiliza los medios que nos brindan los avances tecnológicos en el área de la computación.

martes, 7 de junio de 2011

La movida musical en Caracas

En estos últimos tiempos me ha sorprendido gratamente la proliferación de ofertas musicales a todo lo ancho de la geografía caraqueña. Pareciera que la urbe necesita expresarse; y el idioma musical es el más apropiado para ello, en sus innumerables variantes, desde los sonidos tradicionales hasta los más experimentales. Lo cierto es que estos meses centrales del año han venido preñados de buenos toques.

Este fin de semana recién pasado me permitió disfrutar de dos propuestas que, aunque disímiles, tuvieron algunos puntos de contacto. El sábado me acerqué a la sede de la fundación de orquestas y coros juveniles (me disculpan si ése no es su nombre formal), un edificio frente a la casa del artista que contiene una joya de sala, totalmente forrada de paneles acústicos de madera y presidida por un hermoso órgano de tubos, que llena la pared del fondo del escenario. El concierto en cuestión presentaba a la orquesta sinfónica de la juventud venezolana Simón Bolivar junto al cuarteto (trastocado en sexteto para la ocasión) "Los sinvergüenzas", conformado por Edwin Arrellano en la guitarra y mandolina, Héctor Molina en el cuatro, Heriberto Rojas en el contrabajo y Raimundo Pineda tocando la flauta, y como invitados especiales Manuel Rangel en las maracas y  Willy Mayo en la percusión. La propuesta que presentaron estuvo compuesta por dos momentos: en el primero, la orquesta interpretó una serie de impresiones musicales  basadas en el folklore venezolano, y una composición inspirada en el cuento "el crepúsculo del diablo", de Rómulo Gallegos. Fungió de director el sinvergüenza flautista Raimundo Pineda. ¿Que decir? El sonido de la orquesta fue majestuoso, y la música nos hizo vibrar por sus reminiscencias casi que geográficas. Sin ser en lo absoluto un experto, sino apenas un modesto entusiasta de la música, me complació muchísimo lo que escuché y vi. Después de un breve intermedio, la orquesta se reacomodó para dar cabida a "Los sinvergüenzas". Esta parte estuvo signada por la interpretación de piezas tocadas habitualmente por el grupo pero arregladas para la orquesta, lo que les brindó una sonoridad imponente. Pude apreciar un buen balance entre la ejecución de los solistas y el acompañamiento de la orquesta: en mi concepto presentaron un armonioso maridaje. Esta parte del concierto fue la más celebrada por la audiencia, y obligó a repetir la pieza más aplaudida, un joropo que nos puso a bailar en los asientos. Bravo por todos los intérpretes que nos regalaron un rato de excelente música.

La cita del domingo la propició el Centro Cultural Chacao, que nos dio la oportunidad de presenciar el arte de cuatro músicos cuyo talento se pierde de vista: me refiero al cuatrista Jorge Glem, al bajista Rodner Padilla, al percusionista Diego Álvarez  y al saxofonista Rafael Greco. Su propuesta se basó en piezas sacadas del repertorio de jazz latinoamericano, de onda nueva, y algunos temas propios de los intérpretes. Además hicieron una versión de "Isn't she lovely?" de Steve Wonder, dedicada a una niñita presente en la sala. Hablando de la sala: este espacio es particularmente atractivo gracias a sus pequeñas dimensiones, lo que permite que el público esté lo suficientemente cerca de los músicos para apreciar en detalle sus ejecuciones. El problema ese día era decidir a quien mirar, ya que mientras Jorge azotaba al cuatro, Diego destrozaba su cajón flamenco y Rodner hacía lo propio con el bajo, mientras Rafael sacaba sonidos de antología de su instrumento. Afortunadamente fueron pródigos en solos, lo que nos permitió apreciar en detalle su virtuosismo.

De este fin de semana me quedó una feliz sensación: algo muy bueno se está gestando en la ciudad, en materia musical. Toda una generación de excelentes músicos está exponiéndose a un público que empieza a crecer lenta pero sostenidamente, dando muestras de un nivel de exigencia que se ve, en la mayoría de las oportunidades, satisfecho. No me queda más que decir: si así llueve, que no escampe.

domingo, 5 de junio de 2011

Receta fácil para un domingo lluvioso



Tómese un pedazo de lomo de cochino, del tamaño adecuado para el número de comensales. Adóbese con los aliños que se tengan a la mano (yo utilizé una mezcla de vinagre balsámico, mostaza, vino tinto y "ajillo mix"). Déjese marinar mientras se prepara un puré de manzanas (dos manzanas en el micro ondas por unos tres minutos, se despojan de las cáscaras y se descorazonan, se colocan en una licuadora con vino blanco, azúcar, un poco de limón y canela) y se pelan un par de papas medianas por comensal, se trocean y se disponen en un molde apto para el horno, previamente embadurnado con aceite de oliva, y se rocían con sal y romero. Séllese en un sartén el lomo, y regrésese al molde con el líquido de la marinada. Pónganse en el horno (que sabiamente se habrá puesto a precalentar) el molde de las papas y el que contiene el lomo de cerdo con la marinada, que debe ser apto para su empleo a altas temperaturas. En unos 45-60 minutos, de acuerdo al tamaño de la pieza, debería estar listo. Se recomienda acompañar este plato con un buen vino tinto, pero en todo caso con la bebida de su preferencia.