jueves, 28 de noviembre de 2013

Prismacolor de 60




Jamás he sido bueno dibujando.
Los  creyones para mí eran lujo innecesario.
Sin embargo alguna vez
la caja de Prismacolor de 60 colores
fue una de mis más preciadas posesiones.

Esos lápices de colores
para mí no eran creyones
sino objetos fabulosos,
cilindros que albergaban
historias increíbles,
un número y un nombre
transmutados en emociones:

905 - azul aguamarina,
 y era un buzo penetrando mares tropicales.

910- verde esmeralda,
y era un minero escavando en la selva profunda.

914- crema,
y era un famoso maestro pastelero.

922 - rojo escarlata,
y era un espía inglés que rescataba aristócratas de la guillotina.

924- amarillo ocre,
y era un explorador perdido en el desierto del Sahara.

Esa caja desapareció
en algún recreo, mal custodiada,
y nunca más supe de ella.
No me la repusieron,
la consideraban dinero malgastado.

Yo no la reclamé, y busqué otras distracciones.
Pero...
¡cuánto quisiera encontrar en alguna gaveta olvidada
esa estupenda caja de creyones,
y así viajar de nuevo a las regiones coloreadas!




http://es.wikipedia.org/wiki/Berol

martes, 26 de noviembre de 2013

procrastinación



Postergar es la norma
nunca culminar del todo
dejar cabos sueltos.

Como si hubiera miedo al término,
así, como si después no esperara más nada
sino el vacío y los recuerdos.

Pero es una torpe excusa.
La verdad es que hay pereza,
comodidad, laxitud.

Siempre habrá tiempo
para terminar.
Excepto cuando el tiempo se termine.

lunes, 25 de noviembre de 2013

La tregua

Soy - como la mayoría de los caraqueños, por otra parte - de los que andan siempre refunfuñando y denostando de la infame calidad de vida a la que nos tiene reducidos la tan inhóspita ciudad en la que nos tocó vivir, y creo que no es necesario profundizar en las razones. Sin embargo de vez en cuando la urbe se las ingenia para hacernos cambiar de parecer y reconciliarnos un poco con ella.

Este fin de semana fue una de esas ocasiones en las que Caracas se prodiga en eventos, en ráfaga, para decirnos que no todo es tan malo, que aún quedan espacios, que podemos refugiarnos todavía en el arte y en la amistad para poder sobrellevar la ruda realidad por la que debemos transitar.

El viernes por la noche nos convocó Leonardo Melero, a nombre de el Liceo Poético Benidorm, a una noche que no dudo en calificar de mágica, en ese espacio tan agradable como lo es el Ateneo de El Hatillo. Allí, previa presentación de nuestra amiga María Gabriela Rosas, se dejaron escuchar las poderosas voces de Leonardo, Héctor Vera y Luis Chacón, quienes leyeron su recia y sentida poesía. Y posteriormente Yoyiana Ahumada nos obsequió un emotivo performance inspirado en su obra "Polvo de hormiga hembra", que combinó las artes histriónicas con la poesía. El frío de noviembre fue contrarrestado con el calor de la amistad y el vino, que se confabularon para regalararnos una velada especial.





El domingo asistimos a una lectura de las plaquettes de poesía que edita la iniciativa de Belkys Arredondo y su editorial El pez soluble, que se escenificó en la librería Lugar Común, en Altamira. Dichas plaquettes son unos poemarios breves e intensos, que buscan mostrar en pocas páginas el trabajo de voces, emergentes y consagradas,  en el campo de la poesía. Ayer escuchamos el trabajo de Gabriel Armand, Verónica Carrasco, Beira Lisboa, Jorge Gómez Jiménez, María Gabriela Rosas y Mariela Casal, poemas que trataron de amores, desamores, mate, hoteles, mares y vientos. Un abigarrado coctel de palabras que nos apaciguó la mañana.



Para cerrar, gracias a la amabilidad de Ángel Ricardo Quiñones, pudimos asistir al concierto que brindó la Orquesta de rock sinfónico Simón Bolívar en los espacios de Ciudad Banesco. Vengo siguiendo el trabajo de dicha orquesta desde su primera presentación, y puedo decir que ha crecido una barbaridad. Ha ampliado su repertorio hacia los extremos tal vez más populares del rock, sin descuidar la incorporación de clásicos como Kashmire, e inclusive tuvo la osadía de interpretar una pieza tal vez poco conocida por el grueso de la audiencia como Metrópolis parte I, de Dream Theater (pieza que es una de mis preferidas de esa banda de metal progresivo integrada por auténticos virtuosos) obteniendo un resultado estupendo. Genial fue ver a personas de todas las edades corear los temas más conocidos, como los de los Beatles o los de Queen. El cierre fue sumamente festivo, un Smoke on the water muy particular, en donde se soltaron el moño todos los integrantes de la orquesta, incluido el director.



En resumidas cuentas, éste fue un fin de semana de esos que lo reconcilian a uno con la ciudad. Tres espacios que se abrieron para el disfrute de las artes, en tres distintos lugares de la geografía caraqueña. Claro que constituyó una simple tregua en el ritmo infernal al que nos tiene sometidos Caracas, pero se agradece de todas maneras. 

sábado, 23 de noviembre de 2013

Parque del Este


A Marianella

Camino sin pensar mucho
mantengo un ritmo uniforme
cada paso guía al siguiente
procuro acumular distancia
pero llego siempre al mismo sitio.

Sudo lo necesario
jadeo a ratos, cuando el camino se empina
recupero el aliento en la bajada
me siento vivo.

Algunas madrugadas
cuando el cielo aún está oscuro
y el frío aprieta
mi aliento se condensa
y alimento nubes.

Busco caminar cuando despunta el alba.
A esa hora las aves,
miles de ellas,
saludan al nuevo día
con su rito habitual
de canto ensordecedor
y vuelo jubiloso.

Cientos de seres me acompañan silentes
algunos saludan, la mayoría se exime
la hostilidad de la ciudad
es difícil de vencer.

Adentro me siento seguro, tranquilo
respiro a mis anchas
respiro paz.

Pero no me engaño
ya que a unos cuantos metros
- y a unos cuantos minutos -
con sólo franquear la cerca
Caracas  me engullirá de nuevo.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Realismo trágico


El llamado Boom latinoamericano, que puso al subcontinente en la mira de todos los lectores del mundo en aquellos lejanos años 60, estuvo muy ligado al realismo mágico, preconizado entre otros por el Gabo. En alguna entrevista García Márquez explicaba que él no forzaba mucho la barra, y que muchísimas de las situaciones que presentaba en sus libros eran tomadas de la cotidianidad de este pedazo del mundo, y que él solamente las recopilaba y aliñaba un poco para hacerlas más literarias.

Venezuela vivió ese momento más o menos de soslayo: pocos escritores del patio se apegaron a ese momento particular de la literatura con alguna relevancia internacional. Sin embargo yo propongo que a partir de ahora instauremos nuestro propio movimiento: el realismo trágico. Es un tiro al piso: basta con leer ya no la prensa, sino las redes sociales, para recabar un material inacabable, y que cada día se acrecienta. Con un poco de imaginación podemos repetir la receta del Gabo, y escribir nuestra propia epopeya, que bien pudiera llamarse "Cien años de iniqüidad".

Es que ¿cómo no sacarle el jugo a situaciones tales como la de la tienda que es multada por bajar sus precios, que nos narró en Prodavinci José Ignacio Hernández por ejemplo? O la imagen que encabeza este post, un Guardia Nacional, debidamente entrenado para situaciones militares, relegado al oficio de marcar cual ganado a las personas que están ansiosas de entrar a comprar cualquier cosa, no importa qué, pero que esté "a precio justo". 

En estos últimos años Venezuela ha producido suficiente material como para llenar estantes y estantes de librerías, con contenido estrictamente auténtico pero tan inverosímil como las situaciones de Cien años de soledad. Es hora de ponernos en el mapa, escritores venezolanos. Manos a la obra.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Devuélvame mi voto, diputado Ojeda



Voto en Miranda, voto siempre y voto siempre en contra del chavismo. Esa combinación de factores dio como resultado que en las elecciones parlamentarias de 2010 mi voto lista fuera a parar a la cuenta de ese triste personajillo de la política venezolana, símbolo de todo lo malo, de todo lo podrido que hay en ella: William Ojeda.

Sucede que, como era previsible, el que un día se preguntara cuanto vale un juez se preguntó más tarde cuanto valía su propia diputación. Una vez definido el precio, negoció con la mafia roja y cerró trato. Ahora hace vida en la otra acera, de donde vino y de donde nunca ha debido salir.

Pero resulta que, como yo, miles de mirandinos también le endosaron el voto para que defendiera sus intereses. Tremendo fraude nos metió: está haciendo justo lo contrario a lo que nosotros le encomendamos con nuestros votos. El diputado 99 es él, en la práctica. Y se vanagloria de ello, luciendo una franela que así lo indica.

Yo lo denuncio por haber cometido un fraude en mi contra. Mi denuncia caerá en saco roto o, mejor dicho, es una denuncia simbólica, puesto que no hay ninguna instancia en el país que haga justicia con asuntos relacionados con el honor. Claro, juntar en una misma frase las palabras honor y William Ojeda es un oximorón. Ese señor no conoce el significado de esa palabra. Tal vez comprarlo haya costado mucho, pero él no vale nada.

sábado, 9 de noviembre de 2013

El saqueo será institucionalizado



Se les acabaron las divisas para comprar dádivas, y entonces cambiaron la modalidad. En vísperas de las elecciones les dicen al pueblo "vayan a Daka y agarren lo que quieran, es todo suyo". Tras satanizar a la empresa privada en general y a las tiendas de marras en particular, detuvieron a los gerentes de las sucursales (pobres asalariados que no hacen otra cosa que obedecer órdenes) y le entregaron Daka a la vindicta pública.

De este gobierno ya nada extraña. Está visto que nada los para, y cualquier medida que los pueda beneficiar la van a tomar sin parar mientes en quién o quiénes serán afectados. En este caso, los empleados de las tiendas, quienes estarán pensando en cuál será su futuro inmediato. Con esa medida efectista de mínimo alcance sobre el grueso de la población consiguen el oxígeno que - piensan- les permitirá afrontar en mejores condiciones el próximo evento electoral, que de acuerdo a las encuestas que circulan lo tienen bastante comprometido. Veremos si esta acción artera les dará resultados.

Y no es que me anime la intención de poner la mano en el fuego por las tiendas afectadas. No sé si están especulando, tal vez sea cierto. Pero no es la manera de resolver las cosas, por lo menos en un país medianamente civilizado. Lo procedente es hacer una inspección, y de notar alguna irregularidad tomar las medidas pertinentes. Pero ese estilo perdonavidas y mediático empleado por el que ejerce la primera magistratura del país, quién debiera ser ejemplo de equidad y equilibrio, da vergüenza.

Veo en las redes sociales que la gente está haciendo vigilia a las afueras de otros establecimientos del ramo. A lo mejor están a la espera de la orden presidencial de proceder a la toma de las tiendas de electrodomésticos. Todo es posible en esta exrepública, hoy en día apenas poco más que terreno. Y no habrá de extrañarnos que en los próximos días extiendan las medidas hacia otros ramos. Ya les tocará el turno a las ferreterías, los grandes almacenes, los hipermercados.

Creo que muchos estarán de acuerdo en que lo peor de este día fue el comportamiento de los habitantes (llamarlos ciudadanos me parece un exceso en estos momentos). Esta es una de esas ocasiones en que el gentilicio es una carga embarazosa, y que se quisiera ocultar debajo de la alfombra a la espera de tiempos mejores. El afán consumista, las ganas de ponerse en un artefacto electrónico por la libre, el aplauso a esta medida tan arbitraria hacen que se pierda la fe en las posibilidades de superación del país. Es un problema estructural, enquistado desde hace muchas décadas, y que han sabido exacerbar muy bien.

Para terminar, tomando las palabras de otra persona, estamos frente a una especie de caracazo reglamentado nada menos que por el gobierno. No hay mucho margen para el optimismo, al menos esta noche.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Pesimismo

Soy pesimista por naturaleza.
El vaso no está medio lleno, está a punto de vaciarse.
Sé muy  bien lo que me aguarda agazapado.

A veces, sucede algo que me hace reconciliar con la vida.
Pero es un espejismo.
Un destello momentáneo.
Pasa rápido. Demasiado.

Con todo no me molesta ser así.
Me ha funcionado. 
Lo bueno de ser pesimista 
es que la realidad no te deja aniquilado.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Años

Somos ruinas disfrazadas,
nos vamos desmoronando de a poquito,
reparamos lo visible
pero la estructura está podrida.

Los cimientos carcomidos
ya no aguantan el peso
de tantos años malgastados,
de una vida disipada.

Aunque por fuera parezcamos
sólidos espléndidos edificios
por dentro somos frágil tinglado
a punto de colapso.

Pero  no queremos admitirlo,
y vivimos ignorándolo.
Pedimos préstamos al tiempo
sin saber cómo pagarlos.