A Marianella
mantengo un ritmo uniforme
cada paso guía al siguiente
procuro acumular distancia
pero llego siempre al mismo sitio.
Sudo lo necesario
jadeo a ratos, cuando el camino se empina
recupero el aliento en la bajada
me siento vivo.
Algunas madrugadas
cuando el cielo aún está oscuro
y el frío aprieta
mi aliento se condensa
y alimento nubes.
Busco caminar cuando despunta el alba.
A esa hora las aves,
miles de ellas,
saludan al nuevo día
con su rito habitual
de canto ensordecedor
y vuelo jubiloso.
Cientos de seres me acompañan silentes
algunos saludan, la mayoría se exime
la hostilidad de la ciudad
es difícil de vencer.
Adentro me siento seguro, tranquilo
respiro a mis anchas
respiro paz.
Pero no me engaño
ya que a unos cuantos metros
- y a unos cuantos minutos -
con sólo franquear la cerca
Caracas me engullirá de nuevo.
Bellisimo !!!
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarEsta bellísimo y yo lo siento todas las mañana cuando salgo ,aunque soy muy atrevida ya que camino por las calles ,pero igual ver el amanecer no tiene nombre
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