Soy pesimista por naturaleza.
El vaso no está medio lleno, está a punto de vaciarse.
Sé muy bien lo que me aguarda agazapado.
A veces, sucede algo que me hace reconciliar con la vida.
Pero es un espejismo.
Un destello momentáneo.
Pasa rápido. Demasiado.
Con todo no me molesta ser así.
Me ha funcionado.
Lo bueno de ser pesimista
es que la realidad no te deja aniquilado.
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