martes, 20 de agosto de 2019

Dinner in Caracas


Rescaté del "archivo muerto" de mi colección este lp, que me traje robado hace años de casa de mis suegros, para contestar una pregunta que me hicieron en twitter sobre lo que hay en la portada del disco. Es todo un testimonio de la época: en tonos sepia, un hombre inmerso en la oscuridad -un detalle, el blanco del puño de la camisa que sobresale de la manga del saco, revela que está trajeado elegantemente- le acerca un yesquero a la dama en la cual está concentrada la luz de la imagen. Ella sostiene con gracia un cigarrillo inserto en una boquilla. Sobre la mesa se adivina una copa. Eso es suficiente para sugerir la escena: una mesa íntima, en un restorán o una "boite", en la cual, sobre una tarima, la orquesta de salón está interpretando las melodías grabadas en el acetato. La contratapa, además de la lista de las piezas del álbum, trae un artículo de un tal Bill Zeitung, escrito en 1955, que describe para el público norteamericano su visión de Venezuela, con mucho énfasis en Caracas. La describe como una ciudad de contrastes, en donde la modernidad emergente de la arquitectura se contrapone a las construcciones coloniales de la era española por doquier. Habla sobre las instalaciones disponibles para los turistas. En su elenco, nombra 128 hoteles, entre los que resaltan el Tamanaco, el Ávila, el Conde y el Savoy; 32 night clubs, como Le Mazot, Mi vaca y yo y el Pasapoga. Y en el rubro de los restaurantes, la cuenta es de 427, de los cuales los más importantes, para el cronista, son Napoleón, El Chicote, Quasimodo y El punto criollo. Nombres que, salvo los de los hoteles, ya son desconocidos para el grueso de la población. Testimonio de una época en la que parecía que tanto la capital como el país estaban para grandes cosas.

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