domingo, 4 de septiembre de 2011

La palabra "bizarro"



Ayer, en la sección de comentarios del estupendo texto "Crónicas del Macuto Shératon" publicado en Prodavinci, un señor le recriminaba cordialmente a Federico Vegas el empleo de la palabra "bizarro" como sinónimo de "extraño". Formalmente, el lector en cuestión tiene total razón: si se busca en el diccionario de la Real Academia Española, el significado de la palabra es algo así como "valiente, caballeroso". Pero este es uno de los casos en los que me siento inclinado a desdecir de la Academia. Tal vez por influencias de mi otra lengua madre (el italiano), tal vez por la de los suplementos de Superman, en los cuales existe un "mundo bizarro" que es el total opuesto al mundo normal, he asociado siempre esa palabra con el significado que le da el señor Vegas, y me parece que se casa perfectamente con la definición.

Además, existe otra razón: en la literatura venezolana, el adjetivo "bizarro" se utilizaba ampliamente en los libros históricos, para definir las actuaciones heróicas de los militares de entonces. De esos tiempos a los actuales ha pasado mucho trecho. Ya no hay batallas cruentas contra el enemigo realista, ya no hay gestas libertadoras. Sin embargo, en estas épocas nuestros militares vuelven a ser bizarros. MUY bizarros. A la manera de Superman.

domingo, 28 de agosto de 2011

Sabores del Véneto

Hoy quiero recordar dos preparaciones originarias de la zona italiana de donde provienen mis ancestros, el Véneto. Sabores que me acompañan desde la infancia y definen la geografía gustativa de este servidor. Son platos pobres, por la humildad de sus ingredientes, pero muy sabrosos. Me refiero a la polenta (que de alguna manera ha encontrado su lugar en la gastronomía criolla, aunque la de aquí no es exactamente igual a la véneta) y una salsa llamada Peará, muy apropiada para acompañar el conocido "Bollito misto" (una mezcla de carnes de res, ave y cochino que se cocinan en agua hirviendo).
foto tomada de la web

La polenta, como muchos deben saber, tiene cierto parentesco con nuestra arepa, ya que se utiliza harina de maíz en su preparación. Su forma de cocción, sin embargo, es diferente: se pone a hervir agua en una olla, preferiblemente más alta que ancha (el agua debe llenar por la mitad el recipiente, aproximadamente). Una vez que haya empezado a hervir se agrega sal, un par de cucharadas, y se va echando poco a poco la harina (debería ser harina amarilla, pero personalmente la he elaborado con la blanca obteniendo resultados aceptables), mezclando enérgicamente al mismo tiempo para evitar la formación de grumos. La cantidad es difícil de determinar; a medida que se va añadiendo más harina el contenido de la olla va espesándonse, hasta que se consigue una consistencia parecida a la del atol; en todo caso se debe parar la harina cuando se consiga cierta resistencia al mezclado. Hay que tener cuidado en ese momento,  ya que pueden empezar a producirse burbujas que explotan,  ocasionando unas quemaduras bastante dolorosas. Cuando se haya obtenido la consistencia deseada, se debe proceder al volcado. Mi madre lo hacía sobre una tabla de madera, pero yo prefiero hacerlo en un molde para evitar inútiles derramamientos de polenta.  La polenta en cuestión se puede comer inmediatamente, como acompañante de algún plato con guiso (y aquí me toca rememorar los célebres patos cazados en Calabozo por mi padre, y puestos a marinar un par de días, un sabor que tengo incrustado en algún lugar del cerebro y me provoca salivaciones cada vez que lo recuerdo) o se puede dejar enfriar para posteriormente ser cortada en porciones y asada en la parrillera, como acompañante de unas buenas salchichas a la brasa.

foto tomada de la web
Vamos ahora con la Peará. Su nombre traducido significa algo así como "pimentada", y eso es precisamente porque se trata de una salsa bastante picosa, cuyo ingrediente fundamental es la pimienta. Es un plato pobre por concepción, ya que originalmente se hacía con sobrantes de días anteriores. Se hace con caldo de pollo o de res, pan rallado, tuétano, pimienta y aceite de oliva. Hay quien le agrega queso parmesano, pero los puristas lo desaconsejan. La preparación es la siguiente: se pone a hervir el caldo; en un recipiente aparte se coloca el tuétano con un poco de aceite, y se mezcla bien para amalgamar ambos ingredientes; se debe agregar el pan rallado y la pimienta en forma de lluvia; agregar el caldo y mezclar todo bien, obteniéndose una consistencia cremosa. Llevar a un hervor, y en ese momento bajar el fuego al mínimo; cubrir la superficie de la crema con una capa muy fina de aceite de oliva; dejar un par de horas en la hornilla. Pasado ese tiempo, se deberá corregir de sal y pimienta (teniendo presente que debe estar bastante pimentosa). Se debe consumir al instante, y en lo posible mantener caliente durante todo el tiempo que dure la comida (¡ese aparato para fondue que tienen arrumado en un estante podrá ser utilizado, por fin!). Como dije antes, se utiliza fundamentalmente para acompañar el "bollito misto" pero queda muy bien con la polenta, precisamente.

lunes, 22 de agosto de 2011

Floraciones caraqueñas

Caracas es pródiga en flores, de todas las especies y todo el año. Se puede decir que cada mes tiene su propia flor, que contribuye a embellecer en lo posible a nuestra maltratada ciudad. Aquí traigo una muestra de dichas expresiones florales, que nos podemos topar en cualquier rincón de la urbe.

Cují negro o cují torcido, Cota Mil

Acacias, Santa Paula

Samán, Cota Mil

Jacarandá, El Marqués

Jacarandá, El Marqués

Acacia, El Marqués

domingo, 21 de agosto de 2011

Risotto de salchichas y hongos

Tengo bastante abandonada la sección gastronómica del blog, y quiero proponer una receta poco ortodoxa pero muy sabrosa. Hasta donde se, fue una inspiración de mi padre, el cual no cocinaba pero le sugería combinaciones, a veces estrambóticas, a mi madre, quien las materializaba con resultados alternos. Ésta en particular fue afortunada, para mi gusto.

Ingredientes:
-Unas 4 salchichas parrilleras, crudas y despojadas de la tripa exterior (es esencial que sean de buena calidad, tipo Montserratina)
-Una bandeja de hongos frescos laminados(450 grs), o un sobre de hongos secos (pueden combinarse, si se usan los secos se deben hidratar según las instrucciones del empaque, si se usan frescos limpiar sin enchumbarlos de agua, con pasarlos un momento por agua para retirarle la tierra es suficiente)
-Cebolla picada finamente, para sofrito
-1 1/2 tazas de arroz que no sea vaporizado o parbolizado
-aceite de oliva
-sal, pimienta
-Un buen caldo de pollo, bien caliente
-Un par de copas de vino tinto

Preparación:
1- Colocar en una olla el aceite y la cebolla, y sofreirla hasta que se ponga transparente.
2-Agregar las salchichas, revolver con la cebolla y verter una copa de vino; dejar cocinar hasta que el vino haya evaporado.
3-Agregar los hongos, dejar cocinar un par de minutos.
4-Agregar el arroz, y mezclarlo bien con los demás ingredientes; dejarlo un par de minutos.
5-Agregar una copa de vino, revolver cada tanto.
6-Una vez absorbido el vino, agregar un par de cucharones de caldo y revolver esporádicamente
7-Repetir el paso anterior hasta que el arroz esté totalmente cocinado. Más o menos a mitad de cocción (unos 10 - 12 minutos) es conveniente corregir de sal y pimienta, ya que dependiendo de cómo estén especiadas las salchichas hará falta agregar algo más. La consistencia final del risotto debe ser cremosa, y ese efecto se consigue precisamente al revolver el arroz, ya que de esa manera suelta el almidón y va cohesionando los granos.
8-Se puede servir espolvoreado por un buen queso parmesano.

viernes, 19 de agosto de 2011

Con la burocracia hemos topado

Los venezolanos vivimos en un país increíble, que nunca deja de sorprendernos. Su capacidad de generar situaciones dignas del teatro del absurdo es inacabable, y nos permite sentirnos actores de un montaje de Ionesco que nunca termina, histriones involuntarios en una obra infinita.

Esta vez la protagonista de la representación fue mi hija menor, la cual está en trámites de ingresar a la universidad. Como escogió una casa de estudios seria, consiguió los procedimientos a seguir de manera expedita, a través del portal web de la institución. De entrada, la cantidad de documentación exigida para formalizar la inscripción lucía bastante voluminosa: partida de nacimiento, copias de notas y título de bachiller en fondo negro y certificadas, y la inscripción militar (en el portal aclaran, con cierta pena, que este último requisito se formalizó en circular nro. tal de fecha cual, del Minpopó respectivo).

Y empezó la cruzada en pos de los documentos: como estamos en la era de la red, buscamos en la web la dirección de la instancia en donde se debía retirar la partida de nacimiento (uno se pregunta para qué sirve la cédula entonces, pero ni modo, no vale la pena ponerse a cuestionar ciertas cosas, a estas alturas). Según lo que conseguimos Google mediante, el registro civil se encuentra ubicado en un edificio adyacente a la Plaza del Indio, en Chacao. Mi pobre ingenuodescendiente se dirigió la mañana siguiente a ese lugar, y protagonizó el primer acto de su absurda obra: como era muy fácil la ubicación original, a un par de cuadras del metro, a algún genio se le ocurrió que quedaba mejor en la tercera avenida con cuarta transversal de Los Palos Grandes. No voy a fatigarlos con la narración de la travesía, basta con decir que al día siguiente logró tener la partida de nacimento en su poder.

Con respecto a las notas y el título de bachiller el cuento es un poco más escabroso: el interesado debe dirigirse a la sede del Ministerio de Educación para que algún funcionario, dotado de cierto criterio especial, certifique que las fotocopias en fondo negro son fieles al original. Es decir que todos los aspirantes a entrar en una universidad deberán trasladarse a ese lugar, a esperar que el funcionario de marras garantice que no hay fraude en las notas o en el título. Esto cae dentro de una lógica un tanto perversa, que asume la culpabilidad por encima de la inocencia.

Y por fin llegamos a la guinda de la torta: la inscripción militar. Como residentes de la parroquia Petare, nos tocaba en suerte acudir a lo que era antes la jefatura y hoy se llama con uno de esos eufemismos que le encantan al régimen, tipo “casa del pueblo”, “misión documentos” o algo parecido. El día miércoles hicimos las averiguaciones pertinentes; valga decir que acudimos al sitio para informarnos de horarios, trámites y demás hierbas aromáticas. Nos recomendaron vehementemente estar el viernes (día que le toca a mi hija,  por la terminación de la cédula) lo más temprano posible. “Desde las cinco hay gente haciendo cola”, nos advirtió solícito el funcionario que nos atendió.

Y llegó el viernes muy temprano: a las cuatro AM, como preparándonos para el trámite militar que nos esperaba, nos despertamos para alistarnos y estar a la hora prefijada en el sitio. Al llegar (eran las cinco y unos minutos) el sitio lucía bastante desolado y oscuro, por lo que decidimos prudente dar una vuelta y  regresar cuando al alba le dieran ganas de alumbrar un poco. Así procedimos, y en el segundo intento vimos que habían algunas pocas personas haciendo una cola, cosa que nos alegró ya que estaríamos entre los primeros a ser atendidos. Estábamos en ese momento incierto en el cual se trata de adivinar como funciona el asunto, cuando se nos acercó un individuo con aspecto de vigilante, quien sin fórmula de saludo previo inquirió el motivo que nos llevaba a la dependencia. Se lo dijimos, y nos sacudió con las lapidarias palabras: “Eso está suspendido. Deben ir a Parque Sucre”. Yo, todavía grogui por el impacto de la revelación, pregunté en donde quedaba ese parque, y el hombre (quien en ningún momento me vio a la cara) emitió un “En Los Teques”, que terminó de noquearme. Sí, señores: para obtener un documento que permita ingresar a la universidad, el ciudadano interesado debe trasladarse a la capital del Estado Miranda.

Estoy empezando a creer que no tenemos autoridades, sino libretistas de un teatro absurdo, perverso y malévolo. No encuentro otra explicación. 

martes, 9 de agosto de 2011

La aldea global se está alzando

foto tomada de la web


Mc Luhan resultó ser más asertivo de lo que parecía. El mundo está demostrando que cada vez más se acerca a la idea lanzada por él, en los lejanos 60.

Ya el país que no tenga su movimiento de indignados se va a ver como una pobre nación, que no está en nada: falta poco para que países como Cuba tengan sus 15 minutos de notoriedad, con su despliegue de indignación convenientemente cubierta por los medios de comunicación que realmente se mueven en tiempo real.

Es fascinante y a la vez aterrador: ¿Que pasará el día en que finalmente los indignados logren derribar las estructuras, y se apropien del poder? No tengo como imaginarlo, no creo que  Facebook o Tweeter puedan servir para gobernar naciones. Jugando a la fantapolítica, se pudiera pronosticar que los gobiernos nacionales van a sucumbir, dando paso a una especie de supranación en donde no habrá fronteras, sino ciudadanos del mundo vagando libremente por todo ese ancho territorio.

Pero eso no es realista. Tengo la impresión de que los movimientos de indignados son simples remedos del mayo francés, apuntalados por la tecnología; tendrán cierta notoriedad reproduciéndose cual epidemia en distintas regiones del globo, y llegarán a su final por cansancio. Tal vez, solamente tal vez, logren alguno de sus objetivos, y quedarán como un hito más en la historia, otro fenómeno para los sociólogos.

domingo, 7 de agosto de 2011

Falcón

 Fotografías tomadas en Los Médanos de Coro y en la península de Paraguaná en Agosto de 2010.
















jueves, 21 de julio de 2011

Vinotinto


Extraño fenómeno, el futbol. Puede despertar los mejores sentimientos o las más bajas pasiones. Puede reunir bajo una misma bandera a un país dividido, o puede hacer que algunos se regodeen con la derrota de las selecciones a las que les tienen inquina. Puede arruinar amistades, inclusive.

Actualmente el fútbol es el sucedáneo del patriotismo. Me imagino que antiguamente las masas "hinchaban" por los ejércitos que defendían sus banderas; hoy en día los futbolistas son los encargados de llevar esos estandartes y  hacer valer la honra nacional.

Venezuela es un ejemplo perfecto de ello. Se ha desatado un furor alrededor de la selección jamás visto. Gente que nunca en su vida había reparado en el hecho de que existía una franela vinotinto en el panorama, ahora la exhibe orgullosa. Por supuesto que hay un gran componente de moda en esto, parecido al fervor nacionalista de finales de los 90, cuando todo el mundo ponía banderitas en los carros y escuchaba joropo a todo trapo en los carros (los seres que se mueven por la lógica de la masa abundan por estos lares); sin embargo, siento que ahora hay algo más, que hay unión en torno a un proyecto que está dando frutos.

Vayamos a los hechos concretos: Venezuela llega a las instancias finales de un campeonato internacional, el más importante de América. Y llega por una vía que se presagiaba tortuosa: empatándole al tótem del futbol mundial, el endiosado por todos Brasil; ganándole a una selección ecuatoriana que ha participado en campeonatos del mundo, y sacándole un empate de último minuto (los que más duelen) a un equipo que no cede nada, Paraguay. Y  después de eso, en cuartos de final, ganándole un encuentro a Chile, que tal vez no esté en sus mejores momentos pero históricamente ha estado siempre por encima de nosotros. ¿Suerte? Puede ser que la fortuna haya hecho aparición en algunos momentos, pero sería muy mezquino achacarle todo lo que se logró a ese factor.

Y llega el partido más importante que le haya tocado jugar jamás a Venezuela, frente a un rival que fue el único que llegó a inquietarla en la fase previa. Un Paraguay que venía inspirado por haber sacado del camino a Brasil. El juego tuvo a mi modo de ver dos facetas: un primer tiempo que se presentó errático - con muchísimas pérdidas de balón, con demasiados regalos al oponente (y pensábamos que el naufragio estaba cerca) pero que paradójicamente tuvo la jugada más brillante del encuentro, el estupendo gol de cabeza de Vizcarrondo, anulado por una regla de offside (la más discrecional que pudieron inventar) que pudo ser aplicada como  pudo no serlo-  y el resto del partido, que tuvo un claro dominio de la vinotinto, y en el cual Paraguay se resignó a soportar el asedio y tratar de mantener la valla inviolada para llegar a los penales. Si se tuvo suerte en los otros juegos, en éste ocurrió todo lo contrario. El balón se negó a entrar, lo que es parte del juego (pero como duele cuando le pasa a uno, sobre todo ¡como duelen los balones estrellados en los postes!).  Los penales, ya se sabe, son una lotería, y en ésta nos tocó perder (aunque con mucha mejor ejecución que el anterior adversario de Paraguay, que no fue capaz de embocar ni uno solo).

Independientemente del resultado, me parece obvio el hecho que Venezuela ha crecido un mundo en esta última década. Ya dejamos de ser la cenicienta del continente, los 3 puntos gratis de cada partido. Y creo que el apoyo de los fanáticos va a ser un aliciente adicional para que así ocurra.

sábado, 16 de julio de 2011

...¡Y el conservatorio se puso a rockear!



La noche del miércoles 13 de Julio tuve el gran privilegio de asistir al concierto inaugural de la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar. En una abarrotada sala Anna Julia Rojas, en las instalaciones del antiguo Ateneo de Caracas, se presentó el ensamble gestado en el Conservatorio de Música Simón Bolívar, dedicado a la interpretación de temas clásicos del rock, arreglados para esta ocasión por músicos de la talla de Jorge Rojas, Daniel Hurtado y Ángel Quiñones.

Los músicos se vistieron de estricto negro, algunos maquillados a la usanza de los grandes iconos del rock (remembranzas de Peter Gabriel, entre otros). Las damas salieron "vestidas para matar": minifaldas y medias de red, como anticipando que lo que veríamos a continuación iba a tener vocación eminentemente rockera más que académica. Y fue así: desde los primeros acordes de "In the flesh" supimos que el espíritu de los dioses del rock estaba flotando por allí.

El repertorio abarcó grandes temas de algunas de las bandas más reconocidas de los años 70: Pink Floyd, Queen, Supertramp, Yes, Deep Purple, Led Zeppelin y AC-DC: una mezcla bastante ecléctica pero que permitió constatar la versatilidad de los músicos, quienes se adaptaron cómodamente a esas composiciones. Hablemos de los ejecutantes: la propuesta era la de una banda de rock (dos guitarras, bajo, batería y dos teclados) respaldada por una agrupación de metales (dos saxos, dos trompetas y un trombón) y cuerdas (cuatro violines, cuatro violoncellos y un contrabajo) y un coro femenino, del cual se extrajeron las cantantes solistas para las piezas "In the flesh", previamente citada, y dos temas infaltables  en cualquier antología de rock que se respete: "smoke on the water" y "stairways to heaven". Debo hacer especial mención de una persona en particular: la talentosa Elizabeth Evtushenko quien, además de ejecutar un regio saxofón, prestó su voz para los temas de Supertramp, Queen y Yes. Un concierto nos deja en definitiva imágenes mentales; de éste en particular me quedan un par: el de Elízabeth aferrada al micrófono, cantando uno de los temas más sublimes de Yes, Heart of the sunrise; y la de Angel Quiñones tocando un imposible solo con la guitarra a la espalda, a la usanza de los grandes showman de ese instrumento.

La pieza de cierre fue Back in black, de AC-DC, que contó con la participación de Diego Camus en la voz solista, y permitió disfrutar de solos de los variados instrumentos en escena. Antes del concierto me preguntaba qué hacia una pieza de la banda australiana en esta reunión, pero como de costumbre me equivoqué, el arreglo del tema fue magistral.

Lamento no poder mencionar a todos los músicos que participaron en el concierto, pero no tengo manera de saber cual es cual y no quisiera cometer algún desliz; sí quiero felicitarlos a todos, colectivamente, pues hicieron un gran trabajo.

Si bien el concierto fue de mi total agrado en cuanto a la propuesta y a la calidad de los músicos, existen algunos factores susceptibles de mejorar, y de índole técnica. La mezcla del sonido no fue la mejor: los instrumentos eléctricos tendían a opacar las voces y a los demás instrumentos. Y hubo algunos problemas con los parlantes, que emitían ciertos pitidos bastante fastidiosos. Nada que no pueda corregirse, no obstante.

En definitiva, mi recomendación es que traten de asistir a cualquier presentación de esta orquesta en particular y del conservatorio en general. Si son melómanos, no saldrán defraudados.