miércoles, 10 de octubre de 2012

¡Las zonas rurales, estúpido!



Domingo 7 de octubre, en horas de la noche. Jorge "Sonrisita" Rodríguez, acompañado por el alto mando del Comando Carabobo, le sale al paso a las declaraciones emitidas previamente por el Comando Venezuela. Entre otras cosas, dice lo siguiente: "en este momento están votando los pescadores y los campesinos de la patria". Vale decir que habían pasado un par de horas desde el momento oficial de cierre de mesas.

Ayer La Patilla publicó este interesante artículo, que me hizo caer la locha: hay un país que no conocemos y mucho menos controlamos, el rural. Los números son impresionantes: Chávez obtuvo una diferencia de 1.153.447 votos, casi la ventaja con la que ganó las elecciones. Esto se presta para todo tipo de suspicacias, y no quiero con esto alimentar la tesis del fraude sino alertar sobre una situación que parece no haber sido analizada a conciencia por la oposición. Se nos dijo a saciedad que el 100% de las mesas estaban cubiertas por testigos del comando Venezuela. Yo me pregunto en primer lugar si esa aseveración es completamente cierta, y en segundo si esos testigos tuvieron el apoyo suficiente para poder frenar situaciones irregulares. Porque, y me remito a las declaraciones de Rodríguez, ¿Qué hacían miles de personas votando a esas horas? ¿Estarían en cola antes de que cerraran los centros, o fueron acarreados a última hora, con el objetivo de revertir unos resultados adversos? Llevando el escepticismo al límite, ¿habrán existido realmente esos votantes o fueron votos artificiales? Porque si nos ponemos a malpensar es muy sencillo forjar votos, basta que haya connivencia entre los miembros de las mesas para poner a votar virtualmente a todo el cuaderno de votación. Sin que de ello resulten irregularidades numéricas.

Por otra parte, queda el asunto del REP. ¿Se habrá auditado suficientemente, en lo concerniente al medio rural? ¿Votarán todos los que son, no estará inflado con personas inexistentes o extranjeros cedulados a convenciencia?

Pero, lo digo de último pero es lo más importante, más allá de las suposiciones e inferencias que se puedan hacer existen los números fríos y crudos: hay un enorme patrón electoral que no se identifica con la oposición. Se hizo un extraordinario esfuerzo para llegar a todas las ciudades del país, pero parece que quedó corto el contacto con las zonas más desasistidas, que suman y por lo visto son decisivas para ganar o perder una elección. Creo que todos nos dejamos alumbrar por la contundencia de las marchas en las grandes ciudades, y pensamos que ganábamos de calle. Pero desestimamos el medio rural, y éste pasó su factura. Queda como aprendizaje: tal vez el casa por casa deba empezar por allí, más que por las ciudades y pueblos más grandes. Es una labor de hormiguita, pero puede dar mejores resultados.

martes, 9 de octubre de 2012

Venezuela, más de 50 años comprando ilusiones

Historia tragicómica, la de la Venezuela Republicana. Comenzó con una gesta comandada por los hijos de españoles que se rebelaron ante el poder de sus ancestros y decidieron que podían manejar el país ellos solitos sin la tutela de la Madre Patria. Después de una guerra fraticida (ya que los soldados eran reclutados a la fuerza tanto por realistas como por patriotas) que duró alrededor de 10 años, se logra consolidar la independencia, y poco tiempo después nos separamos de la Gran Colombia, sueño de Bolívar, para emprender en solo la administración de ese pedazo de terreno de 912.050 Km2 (como me lo enseñaron en el colegio, no sé por donde andarán las medidas hoy en día).

Durante los primeros 150 años de ese proceso, el venezolano de a pié poco o nada tuvo que ver con las decisiones que se tomaban, salvo en muy contados momentos en los cuales se tuvo la oportunidad de participar en unas elecciones directas, como la de Rómulo Gallegos (quien fuera luego defenestrado aparatosamente por sus antiguos aliados de golpe). Pero a partir de 1958 cae el último dictador (o más bien decide que ya está bueno y se larga a disfrutar de un merecido retiro en España) y el venezolano vota. Así comienza la compra de ilusiones, alternadas: 10 años adeca, 5 años copeyana, otros 5 adeca, y así hasta llegar a la ilusión chiripera, de 1993.

Pero llega 1998, y aparece una nueva clase de ilusión, aderezada con aromas socialistas y ofrecida por un habilidoso ilusionista. Parece que esta es la clase de ilusión que mejor le acomoda al venezolano, pues lleva 14 años consumiéndola y acaba de reelegirla por 6 años más, para llegar a unos fastuosos 20 años de lo mismo. No podemos dejar de admirar la capacidad hipnótica del individuo, quien dice con gran desparpajo que no importa que se ande desnudo, ni que se pase hambre, con tal de que se consolide su acto. Parece que con cada estropicio que comete su troupe, crece su prestigio. Como resulta de este poder de encantamiento vimos casos sorprendentes en esta última preventa: el del municipio Judibana, adyacente a Amuay, en donde el encantador obtiene el 60 por ciento de la taquilla, a escasas 4 o 5 semanas del accidente más grave en refinería alguna en los últimos 50 años, con saldo de decenas de víctimas, por falta de mantenimiento o lo que viene siendo lo mismo, negligencia. O el del estado Zulia, castigado con la colocación de un infame chip para regular la venta de gasolina, cosa que implica asumir que todos los zulianos son contrabandistas. Pero en general todo el país manifestó su intención de seguir observando el mismo acto que lleva 14 años en cartelera, con pocas atracciones nuevas. Se ve que al venezolano le gustan las repeticiones.

En democracia la mayoría gana. Los que somos minoría tenemos tres alternativas: sumarnos a la comparsa haciendo de tripas corazón y montarnos en el carrousel de misiones, a la espera de la generosa dávida; marcharnos hacia un destino que nos parezca más coherente con nuestra manera de pensar; o quedarnos haciendo contrapeso, en procura de que eventualmente el ilusionista pierda su encanto, las masas lo abandonen y aparezca un nuevo acto. Ninguna de las tres opciones es fácil de tomar,pero no avizoro ninguna otra; si alguno de ustedes la ve, le agradezco me ilumine.