Cuando era pequeño, en los tan lejanos años 60, iba al colegio en autobús (uno de esos autobuses escolares grandes, pintado no de amarillo lápiz - como se usa ahora - sino de verde manzana, con sus dos hileras de asientos, un chofer gruñón y una mujer encargada de poner orden en lo posible). Uno de los mayores logros era sentarme a lado de la ventana; como yo era de los más pequeños, ese privilegio no me tocaba muchas veces. Sin embargo, cuando lograba la hazaña, me entretenía con los letreros de las edificaciones. Viéndolos al principio, y más tarde comprendiendo que podía leerlos, gracias al proceso de alfabetización del que era objeto.
Uno de los nombres que me quedó grabado, de esa época, era "Toki Eder": pertenecía a una bellísima casa, que veía cuando mi transporte pasaba por Chacaíto. El significado del sufijo Eder lo vine a saber de mayor; en ese momento me sonaba a algo exótico, y que se repetía en varios lugares de la pequeña geografía que transitaba en mis viajes desde y hacia el colegio (Bello Monte, Chacaíto, Las Mercedes, Colinas). Pues había más de un Eder en ese recorrido: el Mendi-Eder, muy parecido al Toki, y un par de Eder en Colinas, unos largos edificios de ladrillos. Por supuesto que a esa edad no me podía dar cuenta de los detalles arquitectónicos, ni de la importancia de estas construcciones para el acervo cultural de la ciudad. Pero sí me gustaban, y pasaron a formar parte de mis posesiones mentales. Creía que los vería siempre, al pasar por esos lugares; eso lo daba por sentado y me proporcionaba una sensación de seguridad, y de ubicación.
Ayer me enteré que por fin empezó el proceso de demolición del Toki Eder, en Chacaíto. Lo que era una amenaza se está conviertiendo en una devastadora realidad. Otro icono de la ciudad cae, bajo la mirada indiferente (¿complaciente?) de las autoridades. A pesar de ser un Bien de Interés Cultural de la Nación registrado en el Catalogo de Chacao.
El edificio va a ser demolido, y en su lugar levantarán una construcción anodina, sin ningún interés y sin ninguna historia, destinada seguramente a comercios innecesarios, dada la presencia en el lugar de por lo menos otros 3 o 4 centros comerciales. O un enorme edificio de apartamentos de 40 metros cuadrados cada uno, que se venderán a precios exorbitantes y que contribuirá a acrecentar el caos en la zona. A menos que nosotros, como sociedad civil, podamos detener este acto de barbarie mercantilista.
No pudiste haberlo descrito mejor Mirco... esos lugares pertenecen a la "geografía del alma".
ResponderEliminarSaludos!
Valery
Saludos, Válery. ¡Gracias por tu apreciación!
ResponderEliminarMirco, me identifiqué muchísimo con el relato de cómo vivías los recorridos por la ciudad ya que yo también de niña disfrutaba observar y detallar. Me da la impresión que nuestra generación tuvo la oportunidad de ver una ciudad estable en donde sus elementos (edificaciones, comercios, carteles) perduraban y por eso fue que se nos quedaron grabados en nuestra "geografía del alma", tal y como la denomina Valery. Hoy en día la mayoría de las "cosas" de nuestra ciudad son efímeras y por lo tanto resulta más difícil encariñarse de ellas.
ResponderEliminarVamos a luchar para que nuestro TOKI EDER siga en pie de manera que en lugar de decir "creíamos que lo veríamos siempre", podremos decir LO VEREMOS Y LO VERÁN POR SIEMPRE
Totalmente de acuerdo contigo. No es posible que una ciudad no tenga memoria, que no existan hitos que nos conecten con el pasado. Debemos procurar salvar lo que quede en pie.
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarNo había visto el mensaje!
Gracias a ti por tus amenos relatos =)
Y coincido con ustedes, parece que ahora la gente no observa nada... hay que saber "mirar"...
Saludos!
Me alegro que encuentres amenos mis escritos, Valery. Un gran saludo.
ResponderEliminarPues asi poco a poco nos van robando recuerdos, historia y patrimonio, y la ciudad se vuelve cada vez mas en un acertijo envuelto en un misterio, con una unica certeza, vamos pa peor!!
ResponderEliminarMirco, el autobús verde claro es el mismo que yo tomaba para ir al colegio. Y de hecho, el chofer era sumamente gruñón. Por más que trato, no me acuerdo del Toki Eder y las fotos que he buscado en línea no son las mejores. Peor aún, no veo noticias de lo que ha pasado con el edificio. Leí algo sobre las protestas para que no lo demolieran, pero no sé qué ha pasado. Te pido que pongas al día a esta pobre mujer que se siente tan extranjera después de tanto tiempo en el exilio. Gracias. Un besote.
ResponderEliminarAh, veo quete acuerdas del señor Angelo... en el fondo era buena gente, pero hay que verle la cara a manejar un autobús atestado de pequeños atorrantes gritones. Con respecto al Toki Eder, aparentemente la presión ciudadana ha logrado de momento detener su demolición, pero falta ver qué sucede cuando pase el tiempo. Poderoso caballero es Don Dinero, según dice el dicho.
ResponderEliminarSiii, era el señor Angelo y la mujer que trataba de poner orden era su esposa, la señora Odulia (no me preguntes cómo me acuerdo de eso).
ResponderEliminarGracias por ponerme al tanto. La prensa no ha reseñado nada. Una lástima lo que está pasando con nuestra ciudad y nuestro país.
Pues te felicito por tu memoria, el nombre de la señora se me había olvidado por completo. Es verdad lo que dices, Caracas es una ciudad sin historia tangible, lamentablemente. Un gran abrazo!
ResponderEliminarquisiera sabe que funcionaba en el toky eder?... era una vivienda?, oficinas publicas?, comercios?... que era?
ResponderEliminarsaludos.
Tengo entendido que era un edificio de viviendas con una zona comercial en la planta baja. Por lo menos así lo conocí. De los comercios, el que recuerdo es una tienda de discos, AM Musical, de los mismos dueños de la célebre Archivo Musical. Ya al final el Toki-eder fue objeto de invasiones, hasta que llegó a su desenlace.
ResponderEliminar¡Dios! Esta mañana por alguna razón inexplicable recordé que, cuando trabajaba en Caracas, caminaba a diario frente a una casa que decía 'Toki Eder' y la verdad su segura otrora importancia me levantaba suspicacia. Hoy me encuentro con este nostálgico relato. No sabía que la iban a demoler ¿la demolieron por fin?
ResponderEliminarTodavía está en pie, pero en un estado de abandono lamentable. Parece que no tiene dolientes.
EliminarTengo casi 70 años de edad. Cuando mi abuelo construyó nuestra casa en La Habana le puso Toki Eder. Siendo arquitecto, diseñó cada rinconcito con arte y amor. Me impresiona la correlación entre algunas descripciones en tu blog y la historia de mi Toki Eder. Gracias por tu bellísimo relato.
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