sábado, 23 de febrero de 2013

Redes sociales: del mundo virtual al real



Hay todo un mito negativo alrededor de lo pernicioso de las redes sociales: muchas historias (algunas reales, muchas inventadas) de episodios de secuestro, acoso, y por allí se van. Una gran paranoia global, aderezada por los temores que la misma red de redes potencia, alimentando el morbo colectivo. No niego que haya un peligro potencial asociado al manejo imprudente de la esfera virtual que constituyen las redes, pero quiero rescatar un aspecto positivo de ellas, y del cual fuimos partícipes el día de hoy.

En Facebook hay una "familia" de grupos dedicados a Caracas, la mayoría de ellos temáticos. Desde "Caracas", a secas, pasando por "Caracas en retrospectiva", "Caracas en flor", "Una sampablera por Caracas", "Caracas panorámica" y el benjamín, "Caracas Alada". Este último es una iniciativa de mi esposa, quien empezó a fotografiar aves desde la ventana de la casa, y cuando tuvo una cantidad decente de imágenes se le ocurrió fundar su grupo, como le dice ella, alado. Hasta el momento cuenta con 250 miembros, entusiastas fotógrafos en su gran mayoría, que nutren al grupo con sus capturas de aves de la ciudad. Y entre ellos hay biólogos y zoólogos aficionados que sacan de dudas cuando alguna especie nueva aparece. Es una actividad relajante, ojear el gran álbum fotográfico que esta gente está alimentando a diario. Poco a poco se ha ido generando una dinámica interesante, a través de la información que se comparte en ese espacio virtual. Pero el intercambio virtual fue quedándose insuficiente, y se empezó a generar la necesidad de hacer "algo más". Tras unas cuantas consultas y sondeos entre los miembros del grupo se logró una convocatoria a participar en una actividad fotográfica en algún lugar que se prestara para ello. Se barajaron varios sitios, pero al fin se decidió por un paraje bastante poco conocido, como lo es el Jardín Ecológico de la Concha Acústica de Bello Monte, iniciativa del profesor Luis Levin quien muy gentilmente, a pesar de estar convaleciendo de una operación, accedió a servirnos de anfitrión.

Y allí nos dimos cita muy puntualmente, a eso de las ocho de la mañana, unas 20 personas que compartimos esa afición. Nos fuimos congregando en las escalinatas de ese lugar, reminiscencia de anfiteatro romano, que conoció mejores épocas y ahora es utilizado por personas de la urbanización para ejercitarse, recorriendo a paso de trote cada tramo. Hubo gente de todas las edades, e incluso de otras ciudades, como Maracay. Todas ellas armadas con sus respectivas cámaras, dispuestas a fotografiar a las aves en ese hábitat creado a propósito para ellas. Una vez llegado el grueso de los participantes, nos dirigimos hacia nuestro destino final, situado en los altos de la Concha. El espacio del jardín es muy grato, y se compone de tres zonas principales: el área del comedero para los pájaros (y las inevitables ardillas, huéspedes inevitables y voraces); una charca dedicada a la cría de sapos y guppies, para evitar la proliferación de mosquitos, y un jardín de mariposas. Por desventura, el período del año no fue el más propicio, pues la sequía hace que disminuya la cantidad de especies visibles; sin embargo fuimos capaces de disfrutar la llegada de varias aves que tímidamente se acercaron a las frutas que llevamos, para satisfacer su hambre y permitirnos varias tomas fotográficas. El sitio presenta otras atracciones, tales como unas osamentas de vehículos que se desbarrancaron y ahora forman parte del paisaje, integrados al ambiente. Previo al recorrido, el profesor Levin nos habló de su creación, su propósito y su desarrollo en el tiempo. Después de la charla, la gente procedió a colocar en los comederos la fruta, y a aguardar por la llegada de la variada fauna del lugar. Luego de un rato de observación, nos dirigimos a las demás áreas del jardín, hasta llegar a un punto en donde el tránsito se dificultó sobremanera, dictando así el regreso al punto de partida, en donde estuvimos compartiendo largo rato con los asistentes al paseo.

Me gusta rescatar el aspecto humano del asunto: de una relación iniciada a través de algo tan frío como una pantalla de computadora y una conexión a internet, se logró una cálida interacción "en vivo", y lo más sorprendente del asunto es que la gente se trataba como si se conociera desde siempre, a pesar de no haberse visto nunca salvo por fotos. Me pareció una experiencia muy linda, y repetible en adelante. De hecho estuvimos conversando con el profesor Levin, quien está interesado en dar a conocer su proyecto, y quedamos en apoyarlo a mantenerlo con nuestro concurso, e inclusive a promocionarlo a través de los contactos que tenemos en las redes, y crear un grupo en Facebook dedicado a ese espacio.

Este es un pequeño ejemplo de lo que se puede lograr mediante las redes sociales: materializar en hechos concretos las iniciativas virtuales que nacen espontáneamente bajo la luz azulada de los monitores, a cuyo cobijo pasamos buena parte de nuestras vidas.











2 comentarios:

  1. Que interesante!
    En mi familia tenemos esa afición. Mi papa tiene cientos de fotos de pájaros y flores. Casi todas de la época analógica.
    Yo recientemente la retomé con el trekking, pero necesito comprar una cámara nueva con un buen teleobjetivo.
    Que curiosidad me da ese jardín ecológico.
    Saludos!

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  2. Con nosotros estuvo una persona que toma unas fotos excepcionales, tiene una cámara Canon de lente fijo con un teleobjetivo equivalente a 1200 mm. Y sí, el proyecto del profesor Levin es muy loable. ¡Saludos!

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