Un gusano te recorre,
se nutre de tus angustias,
se fortalece con tu debilidad,
te carcome el cerebro.
Un fantasma inasible
pero omnipresente,
un martilleo constante
que te aturde.
No te permite razonar,
se instala en tu mente,
te domina y te aniquila,
te destruye poco a poco.
Se apuntala en tu inseguridad,
te clava cien puñales,
te hace odiar la vida,
te sume en el desespero.
Se queda a vivir por siempre,
huesped molesto e indeseable;
no lo puedes correr aunque no quieras otra cosa
porque, en el fondo, la duda es tu esencia.
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