domingo, 1 de mayo de 2016

Sim Floyd, derribando la pared



En los comienzos del cine como atracción comercial no se había desarrollado aún la técnica que permite sincronizar el sonido con la imagen, y por ende las películas eran mudas. Para darle esa dimensión sensorial, en las salas en donde se proyectaban las películas - por lo general teatros adaptados a esa nueva función - se instalaba una orquesta que tocaba música acorde al film que se estuviera proyectando. Esas orquestas se disponían de manera de no estorbar a los espectadores en su visualización; eran meros instrumentos de apoyo al espectáculo.

Hoy asistimos a una presentación que me hizo recordar eso que no experimenté en primera persona, ya que desde finales de la década de los 20 del siglo pasado ya el cine era sonoro, pero que conocía por mis lecturas sobre los orígenes de ese espectáculo tan primordial como fuente de entretenimiento y cultura en nuestra civilización. Sin embargo, a diferencia de lo que pasaba cuando el cine era mudo, esta vez el espectáculo fue la banda, y el film sirvió de apoyo visual a su desempeño en la tarima. Me refiero al montaje "The wall", puesto en escena por la talentosa banda tributo a una de las agrupaciones más importantes del rock psicodélico, progresivo, espacial o cualquier otra etiqueta que se le desee poner a Pink Floyd. Ellos se hacen llamar Sim Floyd, pero ese "sim", que hace pensar en  la palabra "simulación", no debe llamar a engaño.

Durante los 95 minutos que dura la película tuvimos el privilegio de asistir a una impecable presentación de su banda sonora, ejecutada a la perfección por los grandes músicos que componen Sim Floyd. Y los calificativos que empleo no son exagerados: la sincronización, la interpretación de los instrumentos, y la vocalización de los entrañables temas que componen el soundtrack de The wall no hicieron echar de menos el material grabado. Es notable el grado de compenetración que alcanzaron con respecto al sonido original de la película. Cada nota estuvo en su lugar y en el momento preciso.

El espectáculo nos planteó una puesta en escena compuesta por una vieja butaca de raído terciopelo beige -que en un principio me pareció una de las que estuvieron por 30 años en casa de mis padres, y luego fueron a parar al depósito de una tienda de compraventa de muebles usados. Junto a ella, una mesita redonda con una lámparita encima. Por supuesto, el mobiliario pretendió emular el utilizado por Pink cuando se hallaba en estado catatónico en la habitación de hotel en donde arranca la película. Sobre el escenario, una pequeña pantalla anunciaba el lugar por donde desfilarían las imágenes creadas por el genio de Alan Parker, y debajo de ella el habitual set al que estamos acostumbrados al ir a un concierto de rock: la batería en el centro, hacia el fondo, a su lado los teclados y al frente las guitarras, el bajo y los parales para los micrófonos que utilizarían los vocalistas.

Ya desde el vamos supimos la magnitud del evento al que estábamos a punto de asistir. Cuando comenzaron a sonar las notas de "In the flesh", justo en el momento que en la pantalla se sacudían las cadenas de la puerta que iba a ser abierta a la fuerza, nos dimos cuenta de que la cosa iba en serio. La piel se le debe haber erizado a más de uno de los presentes; por lo menos así me ocurrió a mí. Y lo mismo sucedió en cada uno de los temas que se fueron desarrollando ante nuestros ojos y sobre todo nuestros oídos. Lo que escuchamos fue Pink Floyd, ni más ni menos. Todos los músicos y los cantantes estuvieron a la altura del compromiso que se plantearan tres años y medio antes, cuando decidieron embarcarse en esa aventura inédita en el mundo, según nos contara Ángel Ricardo Quiñones, el guitarrista que no nos hizo extrañar a Mr. David Gilmour, así como pasó con cada uno de los demás integrantes de la banda.

El momento cumbre, tanto para mí como para el grueso del público a juzgar por  su reacción, fue la interpretación de Confortably numb, coreada con entusiasmo y energía por los asistentes, y que le permitió a Ángel lucirse en el par de solos que contempla la pieza, ejecutados con real pasión. Y para cerrar, fuera de la programación original y ya sin la película desarrollándose en la pantalla, nos obsequiaron "Hey you". Vaya manera de culminar el concierto.

En anteriores ocasiones en que he reseñado conciertos de bandas tributo, o de la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar, no ha faltado el criticón de oficio que argumenta alguna tontería sobre la falta de originalidad. Y me pregunto si esa persona, cuando asiste a un concierto de música académica, no va a escuchar una rendición fiel de las notas compuestas por el autor de las obras puestas en escena. En mi opinión lo que hacen las bandas tributo es análogo, y cuando alcanzan niveles de excelencia como el que logra Sim Floyd yo, por lo menos, lo agradezco. Dado que ya no es posible asistir a un concierto de Pink Floyd, bienvenidas sean estas  iniciativas que nos permiten rememorar y disfrutar la música compuesta por los grandes héroes originadores de esta pasión compartida que es el Rock.

4 comentarios:

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  2. Fui uno de los cientos de personas que tuvo la dicha de asistir al evento,soy un fiel fanático de pink floyd tanto así que mi hijo lleva el nombre de floyd y justamente por el albún THE WALL que les puedo decir del evento uffff lo máximo,buen sonido,excelente coordinación muy buena atención por parte del centro cultural B.O.D,cada uno de los integrantes de la banda nos brindaron un excelente show,si hubo quienes se distinguieron mas que otros pero son cosas que pasan en las bandas ejemplo Angel quiñones se paso con su guitarra y cuando interpreto al juez al final,el grupo lo hizo tan bien que uno podía cerrar los ojos y fácilmente imaginarse que estaba oyendo al propio pink floyd,que buena voz tiene el vocalista,también Leandro vivas se lucio con su bajo muy pintoresco en la forma de tocar.-
    Ahora espero que pronto nos vuelvan a brindar otro espetáculo ya que podrán contar con mi humilde asistencia

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  3. Sr. Mirco, nos regalas unas palabras hermosas, me hacen recordar que si valió la pena... en nombre de todos en la banda, de parte de Ángel,Dan, Luis, Manuel, Max, Shankara y en el mio propio humildemente les damos las mas sinceras gracias por tan hermosa reseña y también a Lawrence por su añadido; nos honran con su presencia como publico.
    Como comentario final, seguiremos buscando tumbar de nuevo el muro!!!

    Buena vibra y buen rock

    Saludos
    Leandro

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    1. Leandro, para mí es un placer enorme asistir a estos eventos y luego escribir unas palabras sobre lo que experimenté. Es mi aplauso para ustedes, los talentos músicos que nos proporcionan emociones inigualables. Saludos.

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