sábado, 2 de agosto de 2014

El número 7



Los números, las series, las combinaciones, ejercen una fuerte influencia sobre mí. Tal vez sea alguna parafilia, con seguridad benigna ya que no sufro de ludopatía, más bien es al revés. Me aburren a muerte los juegos de mesa, y los de cartas en particular. Tal vez la única excepción sea el dominó, pero eso lo juego muy eventualmente y nunca hay dinero sobre la mesa.

Ayer cumplí años de casado, 27. Exactamente la mitad de mi edad actual. Y me di cuenta de que el número siete ha sido significativo a lo largo de mi vida. Nací en el año 60, y por ello el dígito final del año en curso coincide con el de mi edad. Cada década de mi vida ha tenido algo especial en el séptimo año.

Comienzo con el año séptimo de mi vida: a menudo se dice que la conciencia se adquiere a los 7 años, o por lo menos eso fue lo que siempre decían mis mayores. En ese año 1967 ocurrió un acontecimiento que estremeció la vida de todos los caraqueños: el gran terremoto de Caracas. Tal vez sea el primer hecho que recuerde con lujo de detalles: el grito "terremoto" en boca de mi madre, el movimiento del piso (estaba en una quinta planta), los adornos cayendo de las mesas, el ruido ensordecedor, mi padre agarrándome por la cintura y corriendo escaleras abajo son cosas que tengo grabadas de manera indeleble en la memoria.

1977 fue el año de mi graduación de bachiller. Gran acontecimiento en lo personal y en el reducido círculo familiar. Tal vez el momento en que sentí que comenzaba alguna responsabilidad real, como lo era la universidad. Presenté el examen de admisión en la Simón Bolivar, y para mi sorpresa lo pasé y obtuve un cupo en esa universidad que quedaba en los confines de Caracas. Tuve que aprender a moverme fuera de mi entorno habitual, la zona de Bello Monte - Sabana Grande - La Florida, para desplazarme hasta Sartenejas. Al principio usaba el autobús de la Universidad, pero con el tiempo terminé moviéndome en cola, mucho más cómodo y divertido.

Diez años después realizaba el acto tal vez más importante de mi vida adulta: el matrimonio. Después de un noviazgo lo suficientemente largo, que rozó los 6 años, en 1987 decidimos que ya era hora de formalizarnos. Para la época yo había desertado de la Bolívar para terminar mis estudios en el IUT RC, y trabajaba en Latinoamericana de Seguros, la del "aquí estamos aquí seguimos" más mentiroso del mundo. Pero en ese momento todavía estaba lejos la debacle financiera que arrastró consigo también a ese grupo financiero, y se podía hacer carrera allí. No recuerdo con certeza cuál cargo ocupaba, era algo así como analista de sistemas I, o algún escalafón por el estilo. Ganaba 8.000 Bs. Con ese sueldo nos era suficiente para darnos nuestros gustos de recién casados y llevar una vida tranquila. No sabíamos que a la vuelta de 4 años todo cambiaría debido a una mala decisión.

1997 fue e año de mi regreso a la actividad aseguradora. Como mencioné antes, cuatro años después de mi matrimonio tomé una decisión que posteriormente se reveló errada: renuncié a mi empleo y junto con otros 3 compañeros de trabajo formé una empresa de desarrollo de software. Teníamos un software administrativo que pensábamos iba a ser el boom, pero no contábamos con la debacle que se le venía encima al país. Ese período entre 1991 y 1997 fue muy comprometido económicamente: ya habíamos tenido nuestras 2 hijas, y en varias oportunidades nos vimos ahogados. Por suerte se me apareció una persona que había trabajado conmigo en Latinoamericana, para ofrecerme una oportunidad en otra empresa de seguros, Mercantil. A partir de ese momento logré enderezarme y las penurias económicas quedaron atrás.

Y llegamos al último año 7, hasta el momento: 2007. Ese año movió muchas cosas. Mi madre decidió vender su apartamento para irse a vivir al litoral, con lo que perdimos la casa en la que nos reuníamos los que conformamos nuestro pequeño núcleo familiar. Ese lugar estuvo cargado de comilonas, afectos, desafectos, peleas campales y reconciliaciones estruendosas, momentos siempre regados por buenos vinos y licores variados. Pero como todo, esa era terminó. Gracias a esa venta tuve la oportunidad de mudarme a mi vez, a mi actual residencia, un sitio con mayor espacio y tranquilidad de la que me brindaba mi anterior apartamentico en la California. Ah, este es el séptimo año de esta nueva etapa, por cierto.



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