domingo, 3 de mayo de 2020

Bitácora del insilio. Día 52


Esta tarde paseaba a la perra, alrededor de las 5, y escuché un sonido parecido a un tableteo, lejano; amoritguado, pudiera decirse. En un primer momento no lo supe identificar; llegando a la esquina, vi que en una casa había una alfombra de esas grandes, estilo persa, colgada de una cuerda, en el jardín. Entonces supuse que el sonido era producido por alguien que le sacudía el polvo a la alfombra, con un palo. No volví a pensar en el asunto hasta que, un poco más tarde, ya estando en la casa, el sonido volvió a producirse y, al mismo tiempo, en twitter informaban sobre la balacera que se estaba produciendo en el barrio José Félix Ribas, de Petare. En línea recta, pueden haber un par de kilómetros desde mi casa hasta ese lugar. A la hora que escribo esto, 8:38 pm, todavía suenan ráfagas dispersas. Hay fotos de balas perdidas llegando a lugares tan distantes como Lomas del Ávila. Y uno se pregunta para qué tenemos una fuerza militar, que para lo que sirve es si acaso controlar las manifestaciones opositoras, o lucrarse con el tráfico de gasolina. Este es un país sin ley, sin autoridad para las cosas importantes, como proteger en momentos así a la población. Es indignante.

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