domingo, 11 de noviembre de 2012

Pink Floyd y Queen, un tributo venezolano




Ayer sábado 10 de noviembre se llevó a cabo el evento musical destinado a rendirle tributo a dos de las más legendarias bandas de rock que hayan existido, Pink Floyd y Queen. El concierto fue ejecutado por la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar, acompañada por la Sinfónica Teresa Carreño, el Coro Juvenil Simón Bolívar y los Niños Cantores de Venezuela, con la dirección del Maestro Alfredo Rugeles.

Aunque la hora pautada era las 6:00 pm, conociendo la fama de los conciertos ofrecidos por la Orquesta de Rock Sinfónico nos presentamos al lugar en donde iba a llevarse a cabo, la Sede de las orquestas y coros infantiles y juveniles de Venezuela, en Quebrada Honda, cerca de las dos de la tarde, y ya había una importante cantidad de gente en cola. Íbamos preparados mentalmente para ello, por lo cual, cuando alrededor de las 3 de la tarde nos hicieron pasar en orden al recinto, fue una agradable sorpresa. No es lo mismo hacer cola a la intemperie que en un lugar techado y fresco, por supuesto. Hicimos dos tramos de cola: uno en la planta baja del edificio, esperando por la entrega de las entradas, y la segunda parte ya a las puertas de la sección del teatro que nos tocó en suerte. Vale decir que pesar del madrugonazo nos tocó  el sitio más recóndito, el balcón.

La hora larga que transcurrimos en esa segunda parada fue recompensada por la hermosa vista que se puede apreciar: con el Parque Los Caobos en primer plano, se tiene una visión panorámica tanto hacia el este como hacia el oeste de la ciudad, y aprovechamos el tiempo muerto para disfrutar el paisaje y tomar algunas fotografías.

Cerca de las cinco nos permitieron entran al recinto, y nos condujeron a los asientos señalados en los boletos que nos habían entregado antes. Allí tuvimos tiempo de apreciar a nuestras anchas el teatro por dentro. Es una joyita: todo revestido de madera, con paneles acústicos por doquier, la tapicería de los asientos remedando una obra cinética,y el principal atractivo, un gran órgano de tubos presidiendo el escenario, ocupando casi por completo la pared de fondo.

Cuando faltaban unos minutos para las seis el público comenzó a impacientarse y a aplaudir en procura de que salieran los músicos. Eso no ocurrió sino hasta las seis pasadas, apareciendo en primer lugar el coro infantil, que se ubicó en los laterales del escenario, en un piso elevado; a continuación fueron saliendo los músicos de la Sinfónica Juvenil, después los miembros de la banda y por último, tras unos cuantos minutos de tensa calma, lo hizo el Maestro Rugeles. La ovación respectiva, o más bien la primera de las tantas, se hizo escuchar.

A la entrada nos habían obsequiado el programa, por lo cual ya conocíamos el "set list". El concierto arrancó con una genial adaptación de "Shine on your crazy diamond". La sonoridad y la riqueza del arreglo fue impresionante, así como la interpretación vocal de Elizabeth Evtushenko, quien además se lució con uno de los solos de saxofón que contempla la pieza. A continuación una descalza Shankara Salazar interpretó "Love of my life"; me resultó muy intimista.

El concierto continuó con otros grandes temas de las bandas; me pareció que el gran esfuerzo que habían efectuado al principio se estaba diluyendo un poco, y que el show había perdido algo de ritmo o más bien se había apaciguado, cuando entraron los acordes de Innuendo: para mí, uno de los puntos más altos del concierto. Esa canción pertenece a un período de Queen que no es de mis favoritos, y practicamente era desconocida para mí; tal vez por ello me deslumbró su riqueza musical, descollando los solos de guitarra y la buena intervención de Diego Camus, responsable del canto. Posteriormente en "The great gig in the sky" las señoritas Elzabeth Evtuschenko, Shankara Salazar y Greycer Hernández hicieron gala de sus cualidades vocales con los gorjeos que impone la pieza.

Otro de los momentos grandes del concierto fue el de la interpretación de la pieza tal vez más conocida de Pink Floyd, "Another brick on the wall Part II". Angel Ricardo Quiñones tenía embuido el espíritu de Gilmour: su guitarra no dejaba nada que desear, y si se cerraban los ojos no se hubiera podido decir si era él o David el que estaba tocando. De lujo el solo de batería de Carlos Guevara, tal vez el músico más aplaudido de la noche y felicitado personalmente por el Maestro Rugeles. Vale decir que el Maestro parecía estar gozando un mundo dirigiendo esa parranda, se notaba sumamente entusiasmado. Los niños del coro tuvieron su participación en esa canción, pero no se les escuchó con mucha claridad; tal vez estaban algo cohibidos por la multitud o no tuvieron la amplificación necesaria para oirlos mejor.

La conocida pieza "Barcelona", que fuera dada a conocer inicialmente por el duo Freddie Mercury-Montserrat Caballé, fue interpretada por Ninoska Camacaro y Nelson Requena. Me impresionaron gratamente sus condiciones vocales puestas a prueba en tan comprometedora pieza, dada la jerarquía de sus intérpretes originales. Sobre todo me gustó la potencia de Ninoska, una gran voz a mi entender.

El último tema "oficial" fue "Bohemian rhapsody", un tiro al piso en cuanto a la escogencia pero una apuesta arriesgada por la dificultad de las partes vocales. La responsabilidad se le endilgó a Shankara Salazar, quien salió ataviada "a la Mercury", con una capa y una corona, y cantó sentada de frente al público, añadiéndole histrionismo a su interpretación. La pieza salió bien parada, y los aplausos no se escatimaron. Pero el show no terminó allí, el "encore" fue la ya acostumbrada interpretación de "Smoke on the water", que le permitió a los músicos de la banda sacudirse el yugo del director, quien había manejado con mano férrea el espectáculo hasta ese momento, y nos regalaron el momento rockero de la velada, descollando la gran interpretación de guitarra de Quiñones.

Si bien en general me pareció un gran concierto, hubo algunos aspectos débiles y tienen que ver con los cantantes. La vara la tenían sumamente alta, sobre todo en las canciones de Queen, ya que la grandeza de Freddie Mercury es indiscutible, y poder salir airosos en la comparación es bastante cuesta arriba. Habían pasajes en los cuales parecía no llegarles la voz. Pero tienen a favor su juventud y sus ganas de superación, no tengo dudas de que cada vez lo harán mejor.

En definitiva, si aprecian la buena música y no les disgusta el matrimonio entre el rock y lo académico,  no se pierdan los conciertos que ofrecen estos excelentes músicos venezolanos; no saldrán defraudados.

2 comentarios:

  1. Pero miren pues, yo creo que un joven rockero no haría una crónica mejor del concierto. Quedé picada jeje. Mi espíritu es joven pero por ahora le falta vitalidad a mi bolsillo para poder disfrutar de esa velada espectacular.

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  2. Gracias, Karla. Lo único que hubieras gastado sería tiempo, pues la entrada era libre. Otra de las cosas maravillosas de este concierto :)

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