miércoles, 24 de octubre de 2018

Mi primera biblioteca

La primera biblioteca que visité en mi vida fue una que estaba dentro de las instalaciones del parque Arístides Rojas, en Maripérez. Fue un descubrimiento feliz: saber que tenía a mi disposición cientos de libros, que los podía solicitar, y que eventualmente me los podía llevar a mi casa, me hizo sentir que ingresaba a una nueva etapa en mi vida, una que me acercaba a la adultez. No recuerdo mi edad, tal vez estaba transitando los catorce años. Visto a la distancia, he debido ser el tipo raro: el chamo que iba a un parque no a usar las instalaciones recreacionales o deportivas, sino a leer dentro de la biblioteca. Recuerdos que van desdibujándose: el personal tras un mostrador, los ficheros, los estantes llenos de libros, los mesones en donde se sentaban los usuarios a leer o a realizar trabajos, los periódicos encuadernados con un soporte que garantizaba la unidad de las hojas de cada diario. Un mundo ya lejano, por lo menos para mí. No sé si la biblioteca -cuyo nombre se me olvidó- seguirá funcionando, y no creo tener la oportunidad de ir a constatarlo. Ojalá sea así, ojalá que algún chamo encuentre allí adentro la misma felicidad que hallé yo.

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