jueves, 21 de julio de 2011

Vinotinto


Extraño fenómeno, el futbol. Puede despertar los mejores sentimientos o las más bajas pasiones. Puede reunir bajo una misma bandera a un país dividido, o puede hacer que algunos se regodeen con la derrota de las selecciones a las que les tienen inquina. Puede arruinar amistades, inclusive.

Actualmente el fútbol es el sucedáneo del patriotismo. Me imagino que antiguamente las masas "hinchaban" por los ejércitos que defendían sus banderas; hoy en día los futbolistas son los encargados de llevar esos estandartes y  hacer valer la honra nacional.

Venezuela es un ejemplo perfecto de ello. Se ha desatado un furor alrededor de la selección jamás visto. Gente que nunca en su vida había reparado en el hecho de que existía una franela vinotinto en el panorama, ahora la exhibe orgullosa. Por supuesto que hay un gran componente de moda en esto, parecido al fervor nacionalista de finales de los 90, cuando todo el mundo ponía banderitas en los carros y escuchaba joropo a todo trapo en los carros (los seres que se mueven por la lógica de la masa abundan por estos lares); sin embargo, siento que ahora hay algo más, que hay unión en torno a un proyecto que está dando frutos.

Vayamos a los hechos concretos: Venezuela llega a las instancias finales de un campeonato internacional, el más importante de América. Y llega por una vía que se presagiaba tortuosa: empatándole al tótem del futbol mundial, el endiosado por todos Brasil; ganándole a una selección ecuatoriana que ha participado en campeonatos del mundo, y sacándole un empate de último minuto (los que más duelen) a un equipo que no cede nada, Paraguay. Y  después de eso, en cuartos de final, ganándole un encuentro a Chile, que tal vez no esté en sus mejores momentos pero históricamente ha estado siempre por encima de nosotros. ¿Suerte? Puede ser que la fortuna haya hecho aparición en algunos momentos, pero sería muy mezquino achacarle todo lo que se logró a ese factor.

Y llega el partido más importante que le haya tocado jugar jamás a Venezuela, frente a un rival que fue el único que llegó a inquietarla en la fase previa. Un Paraguay que venía inspirado por haber sacado del camino a Brasil. El juego tuvo a mi modo de ver dos facetas: un primer tiempo que se presentó errático - con muchísimas pérdidas de balón, con demasiados regalos al oponente (y pensábamos que el naufragio estaba cerca) pero que paradójicamente tuvo la jugada más brillante del encuentro, el estupendo gol de cabeza de Vizcarrondo, anulado por una regla de offside (la más discrecional que pudieron inventar) que pudo ser aplicada como  pudo no serlo-  y el resto del partido, que tuvo un claro dominio de la vinotinto, y en el cual Paraguay se resignó a soportar el asedio y tratar de mantener la valla inviolada para llegar a los penales. Si se tuvo suerte en los otros juegos, en éste ocurrió todo lo contrario. El balón se negó a entrar, lo que es parte del juego (pero como duele cuando le pasa a uno, sobre todo ¡como duelen los balones estrellados en los postes!).  Los penales, ya se sabe, son una lotería, y en ésta nos tocó perder (aunque con mucha mejor ejecución que el anterior adversario de Paraguay, que no fue capaz de embocar ni uno solo).

Independientemente del resultado, me parece obvio el hecho que Venezuela ha crecido un mundo en esta última década. Ya dejamos de ser la cenicienta del continente, los 3 puntos gratis de cada partido. Y creo que el apoyo de los fanáticos va a ser un aliciente adicional para que así ocurra.

sábado, 16 de julio de 2011

...¡Y el conservatorio se puso a rockear!



La noche del miércoles 13 de Julio tuve el gran privilegio de asistir al concierto inaugural de la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar. En una abarrotada sala Anna Julia Rojas, en las instalaciones del antiguo Ateneo de Caracas, se presentó el ensamble gestado en el Conservatorio de Música Simón Bolívar, dedicado a la interpretación de temas clásicos del rock, arreglados para esta ocasión por músicos de la talla de Jorge Rojas, Daniel Hurtado y Ángel Quiñones.

Los músicos se vistieron de estricto negro, algunos maquillados a la usanza de los grandes iconos del rock (remembranzas de Peter Gabriel, entre otros). Las damas salieron "vestidas para matar": minifaldas y medias de red, como anticipando que lo que veríamos a continuación iba a tener vocación eminentemente rockera más que académica. Y fue así: desde los primeros acordes de "In the flesh" supimos que el espíritu de los dioses del rock estaba flotando por allí.

El repertorio abarcó grandes temas de algunas de las bandas más reconocidas de los años 70: Pink Floyd, Queen, Supertramp, Yes, Deep Purple, Led Zeppelin y AC-DC: una mezcla bastante ecléctica pero que permitió constatar la versatilidad de los músicos, quienes se adaptaron cómodamente a esas composiciones. Hablemos de los ejecutantes: la propuesta era la de una banda de rock (dos guitarras, bajo, batería y dos teclados) respaldada por una agrupación de metales (dos saxos, dos trompetas y un trombón) y cuerdas (cuatro violines, cuatro violoncellos y un contrabajo) y un coro femenino, del cual se extrajeron las cantantes solistas para las piezas "In the flesh", previamente citada, y dos temas infaltables  en cualquier antología de rock que se respete: "smoke on the water" y "stairways to heaven". Debo hacer especial mención de una persona en particular: la talentosa Elizabeth Evtushenko quien, además de ejecutar un regio saxofón, prestó su voz para los temas de Supertramp, Queen y Yes. Un concierto nos deja en definitiva imágenes mentales; de éste en particular me quedan un par: el de Elízabeth aferrada al micrófono, cantando uno de los temas más sublimes de Yes, Heart of the sunrise; y la de Angel Quiñones tocando un imposible solo con la guitarra a la espalda, a la usanza de los grandes showman de ese instrumento.

La pieza de cierre fue Back in black, de AC-DC, que contó con la participación de Diego Camus en la voz solista, y permitió disfrutar de solos de los variados instrumentos en escena. Antes del concierto me preguntaba qué hacia una pieza de la banda australiana en esta reunión, pero como de costumbre me equivoqué, el arreglo del tema fue magistral.

Lamento no poder mencionar a todos los músicos que participaron en el concierto, pero no tengo manera de saber cual es cual y no quisiera cometer algún desliz; sí quiero felicitarlos a todos, colectivamente, pues hicieron un gran trabajo.

Si bien el concierto fue de mi total agrado en cuanto a la propuesta y a la calidad de los músicos, existen algunos factores susceptibles de mejorar, y de índole técnica. La mezcla del sonido no fue la mejor: los instrumentos eléctricos tendían a opacar las voces y a los demás instrumentos. Y hubo algunos problemas con los parlantes, que emitían ciertos pitidos bastante fastidiosos. Nada que no pueda corregirse, no obstante.

En definitiva, mi recomendación es que traten de asistir a cualquier presentación de esta orquesta en particular y del conservatorio en general. Si son melómanos, no saldrán defraudados.

martes, 21 de junio de 2011

Apuntes sobre literatura y tecnología


Hace algunos años estaba en el cine, viendo el film `Hammet', que trata sobre un episodio ficticio, pero probable, en la vida del gran escritor de novelas negras. La película empieza con un primer plano del escritor, tecleando en su máquina de escribir el consabido `The End'. La cámara retrocede, y aparece el piso del estudio totalmente invadido por hojas arrugadas. En ese momento me dirigí a mi esposa, que me acompañaba, para decirle: `si no fuera por el procesador de palabras, yo nunca hubiera empezado a escribir'.  Más adelante, la trama se complica, y Hammet pierde el manuscrito que le había costado tanto trabajo producir (a juzgar por lo que indiqué antes). Esta vez no le dije nada a mi esposa (con mi intervención anterior varias personas voltearon con cara de `deja los comentarios, idiota') pero pensé que esa desgracia no le hubiera pasado si hubiera contado con un computador.

¿Es más noble el trabajo que nos cuesta mayor esfuerzo? ¿Que cuenta más, el resultado final o los medios utilizados para lograrlo? En mi opinión, un escritor es bueno o malo independientemente de la técnica que emplee para producir su trabajo. ¡Quién sabe cuantas obras se han perdido en el transcurso de los tiempos por falta de un respaldo adecuado! Posiblemente, escritores de la talla de Shakespeare, Cervantes o Dante, por citar a tres de los clásicos, hubieran podido producir muchísimo más material de contar con medios más expeditos que la pluma y el papel.

El surgimiento de la informática, y el gran auge que está experimentado en nuestra época, nos abre posibilidades que nunca antes se habían presentado. Por supuesto que, como todo, esto representa un riesgo: ahora cualquiera se puede sentar delante de una pantalla de computador, y decir: `Ahora sí. Aquí voy a escribir la obra maestra de este siglo'. Hipotéticamente, pudiera darse la posibilidad de que el mercado pueda inundarse de material técnicamente correcto, pero intelectualmente escaso.  Personalmente yo no creo mucho en esta probabilidad, ya que todos conocemos lo difícil que es lograr el acceso a las editoriales. Y literatura mala siempre ha habido, porque también tiene sus lectores. A mi modo de ver, si alguien sabe  escribir, lo hará mucho mejor si utiliza los medios que nos brindan los avances tecnológicos en el área de la computación.

martes, 7 de junio de 2011

La movida musical en Caracas

En estos últimos tiempos me ha sorprendido gratamente la proliferación de ofertas musicales a todo lo ancho de la geografía caraqueña. Pareciera que la urbe necesita expresarse; y el idioma musical es el más apropiado para ello, en sus innumerables variantes, desde los sonidos tradicionales hasta los más experimentales. Lo cierto es que estos meses centrales del año han venido preñados de buenos toques.

Este fin de semana recién pasado me permitió disfrutar de dos propuestas que, aunque disímiles, tuvieron algunos puntos de contacto. El sábado me acerqué a la sede de la fundación de orquestas y coros juveniles (me disculpan si ése no es su nombre formal), un edificio frente a la casa del artista que contiene una joya de sala, totalmente forrada de paneles acústicos de madera y presidida por un hermoso órgano de tubos, que llena la pared del fondo del escenario. El concierto en cuestión presentaba a la orquesta sinfónica de la juventud venezolana Simón Bolivar junto al cuarteto (trastocado en sexteto para la ocasión) "Los sinvergüenzas", conformado por Edwin Arrellano en la guitarra y mandolina, Héctor Molina en el cuatro, Heriberto Rojas en el contrabajo y Raimundo Pineda tocando la flauta, y como invitados especiales Manuel Rangel en las maracas y  Willy Mayo en la percusión. La propuesta que presentaron estuvo compuesta por dos momentos: en el primero, la orquesta interpretó una serie de impresiones musicales  basadas en el folklore venezolano, y una composición inspirada en el cuento "el crepúsculo del diablo", de Rómulo Gallegos. Fungió de director el sinvergüenza flautista Raimundo Pineda. ¿Que decir? El sonido de la orquesta fue majestuoso, y la música nos hizo vibrar por sus reminiscencias casi que geográficas. Sin ser en lo absoluto un experto, sino apenas un modesto entusiasta de la música, me complació muchísimo lo que escuché y vi. Después de un breve intermedio, la orquesta se reacomodó para dar cabida a "Los sinvergüenzas". Esta parte estuvo signada por la interpretación de piezas tocadas habitualmente por el grupo pero arregladas para la orquesta, lo que les brindó una sonoridad imponente. Pude apreciar un buen balance entre la ejecución de los solistas y el acompañamiento de la orquesta: en mi concepto presentaron un armonioso maridaje. Esta parte del concierto fue la más celebrada por la audiencia, y obligó a repetir la pieza más aplaudida, un joropo que nos puso a bailar en los asientos. Bravo por todos los intérpretes que nos regalaron un rato de excelente música.

La cita del domingo la propició el Centro Cultural Chacao, que nos dio la oportunidad de presenciar el arte de cuatro músicos cuyo talento se pierde de vista: me refiero al cuatrista Jorge Glem, al bajista Rodner Padilla, al percusionista Diego Álvarez  y al saxofonista Rafael Greco. Su propuesta se basó en piezas sacadas del repertorio de jazz latinoamericano, de onda nueva, y algunos temas propios de los intérpretes. Además hicieron una versión de "Isn't she lovely?" de Steve Wonder, dedicada a una niñita presente en la sala. Hablando de la sala: este espacio es particularmente atractivo gracias a sus pequeñas dimensiones, lo que permite que el público esté lo suficientemente cerca de los músicos para apreciar en detalle sus ejecuciones. El problema ese día era decidir a quien mirar, ya que mientras Jorge azotaba al cuatro, Diego destrozaba su cajón flamenco y Rodner hacía lo propio con el bajo, mientras Rafael sacaba sonidos de antología de su instrumento. Afortunadamente fueron pródigos en solos, lo que nos permitió apreciar en detalle su virtuosismo.

De este fin de semana me quedó una feliz sensación: algo muy bueno se está gestando en la ciudad, en materia musical. Toda una generación de excelentes músicos está exponiéndose a un público que empieza a crecer lenta pero sostenidamente, dando muestras de un nivel de exigencia que se ve, en la mayoría de las oportunidades, satisfecho. No me queda más que decir: si así llueve, que no escampe.

domingo, 5 de junio de 2011

Receta fácil para un domingo lluvioso



Tómese un pedazo de lomo de cochino, del tamaño adecuado para el número de comensales. Adóbese con los aliños que se tengan a la mano (yo utilizé una mezcla de vinagre balsámico, mostaza, vino tinto y "ajillo mix"). Déjese marinar mientras se prepara un puré de manzanas (dos manzanas en el micro ondas por unos tres minutos, se despojan de las cáscaras y se descorazonan, se colocan en una licuadora con vino blanco, azúcar, un poco de limón y canela) y se pelan un par de papas medianas por comensal, se trocean y se disponen en un molde apto para el horno, previamente embadurnado con aceite de oliva, y se rocían con sal y romero. Séllese en un sartén el lomo, y regrésese al molde con el líquido de la marinada. Pónganse en el horno (que sabiamente se habrá puesto a precalentar) el molde de las papas y el que contiene el lomo de cerdo con la marinada, que debe ser apto para su empleo a altas temperaturas. En unos 45-60 minutos, de acuerdo al tamaño de la pieza, debería estar listo. Se recomienda acompañar este plato con un buen vino tinto, pero en todo caso con la bebida de su preferencia.

lunes, 23 de mayo de 2011

ERRANTE

Confieso que la poesía siempre me ha sido esquiva; no me siento capaz de digerirla a cabalidad, más allá de los poemas clásicos de Neruda, esos que uno se aprende de memoria para usarlos como gancho, en la adolescencia. Y mucho menos me siento en capacidad de escribirla. Ésta es, tal vez, la única pieza en forma de verso que haya escrito, y la publico como curiosidad arqueológica.


Si alguna vez el viento 
te sopla al oído tu nombre 
no te asustes, no te asombres: 

es mi alma errante 
que del cuerpo exiliada 
te busca en su periplo. 

Te alejaste un día, 
y no detuve tu partida, 
porque te intuí ajena... 

pero dentro de mí la pena 
de no tenerte conmigo 
es perenne compañera. 

Mi espíritu, desde entonces, 
cada noche me abandona 
y pasea por su cuenta. 

¿Te ha encontrado? 
Tal vez tu lo sepas; 
De él no obtengo respuesta. 

Si alguna vez el viento 
Te sopla al oído tu nombre 
No te asustes, no te asombres: 

es mi alma errante 
que en su larga travesía 
arribó por fin al puerto ansiado.

sábado, 14 de mayo de 2011

Caracas, progresiva.



En casa somos grandes fanáticos de Dream Theater. De reciente data, sin embargo: lo empezamos a escuchar alrededor del 2005, gracias a mi hija mayor. Pero fue amor a primer oído: su sonido tan particular nos atrapó desde el comienzo, ya que mezcla un potente metal con las sonoridades típicas de las bandas progresivas de los 70. Aúnan a unas composiciones sumamente exigentes y elaboradas un gran virtuosismo en sus respectivos instrumentos.

Por supuesto que cuando nos enteramos del concierto que estaba programando Jorge Rojas en tributo a DT decidimos ir a verlo: a pesar de haber asistido a dos espectáculos de la banda original, en el Forum de Valencia (2008) y en el CCCT (2010), quisimos conocer esta propuesta venezolana. Por ello, el viernes 13 de mayo, a las 7:00 PM, en una Caracas sorprendentemente libre de tráfico, estábamos estacionando en Corp Banca, para ser partícipes de lo que se prospectaba como un buen espectáculo.

Cuando llegamos a la taquilla vimos varias caras conocidas, las mismas personas que uno se consigue en los conciertos de esta clase de música. Gente de toda edad, muchos padres acompañando a sus hijos, e inclusive una señora bastante mayor, que uno no ubicaría en un evento de este tipo. Cuando eran aproximadamente las 7:30 nos hicieron pasar a la sala, que fue llenándose de a poquito. Como nosotros habíamos comprado las entradas con antelación pudimos escoger unos buenos asientos, en la tercera fila. Acertada la organización, por cierto: el equipo de protocolo se portó muy amablemente con la audiencia, y supo mantener el orden mandando a silenciar los celulares y a no tomar fotos con flash.

Alrededor de las 8:00 se apagaron las luces de la sala, se encendieron las del escenario, y apareció el que se ha convertido en el presentador oficial de estos eventos, el señor Roberto Palmitesta, quien ofreció una breve introducción sobre lo que veríamos a continuación. Cuando terminó, fueron saliendo los músicos encabezados por el anfitrión de la velada, se ubicaron en sus posiciones, y sin mediar tiempo empezó a sonar el conocido "Tick, Tack" que da comienzo a Scenes from a memory.

Genial, bestial. Esos son los adjetivos que me vienen a la mente al rememorar la brillante ejecución de ese grupo de talentosos músicos venezolanos. En algún momento del concierto hice un ejercicio de abstracción, cerrando los ojos, y lo que escuchaba era Dream Theater, no un cover cualquiera. Pero con un ingrediente adicional: la sección de cuerdas integrada por tres músicos provenientes del sistema nacional de orquestas - Valter Izzo y Carlos Silva en los violines y un muy enérgico Raudol Palacios en el cello - arreglada por Jorge Rojas especialmente para la ocasión, se casó a la perfección con los demás instrumentos, brindando una sonoridad adicional a las piezas.

Unas palabras sobre la banda: estuvo formada por músicos de algunas de las mejores agrupaciones de la escena progresiva local, a saber, Pedro Bastidas en el teclado; Jorge González en la batería; alternándose en el bajo Heriberto Rojas en la primera parte del concierto, donde se interpretaron los 6 primeros temas de Scenes, y Enrique Pérez para el medley final compuesto por Erotomanía y Metrópolis I; y los vocalistas Chego Cabrices en Scenes y Ricardo Figueroa en el medley. Y por supuesto el gran (no le cabe otro calificativo) Jorge Rojas, de quien uno se pregunta que cosa no es capaz de hacer sobre un escenario, ya que lo hemos visto tocar batería, teclados, bajo, y ahora nada menos que la guitarra al estilo Petrucci, lo que es mucho decir. Los músicos dieron todo lo que fueron capaces y más, tanto así que cuando terminó de sonar Metrópolis I la gente les dio una prolongada ovación, pero nadie se atrevió a solicitar otra. El público se dio por satisfecho.

Pero no terminó allí: la noche nos tenía preparada otra agradable sorpesa. A pesar de que habíamos ido expresamente para disfrutar del tributo a DT, el segundo acto de la noche fue especial; tuvimos la fortuna de conocer la habilidad de Félix Martin, un larense criado en Acarigua y formado musicalmente en Berklee, en la ejecución de su instrumento, que hasta donde tengo entendido es único en el mundo y diseñado por él: una guitarra de 14 cuerdas que no me es factible describir, por lo que recomiendo que vean este video en Youtube para entenderla. La música con la que nos obsequió Félix está enmarcada dentro del Jazz Fusión - a mí particularmente me recordó mucho en algunos pasajes a Return to forever - pero con unos toques personales, sacándole todo el provecho posible a su instrumento. Estuvo acompañado, adivinen por quien: Jorge Rojas en el bajo, y el excelente baterista Mario Rodríguez, también proveniente de Berklee para mayores señas. El señor Martin embrujó a la audiencia con su música, y recibió prolongados aplausos al cierre de cada pieza. Tuvo algunos invitados especiales: para interpretar una creación del repertorio standard del jazz contó con la compañía del bajista Oscar Fanega y del pianista Antonio Mazzei, ambos músicos ampliamente conocidos en el circuito jazzístico venezolano. Un momento sumamente emotivo del concierto se produjo cuando entró al escenario el fenomenal cuatrista Jorge Glem e interpretó junto con Félix y Mario - trastocado en maraquero - una versión endemoniada, valga la redundancia, de El diablo suelto.


Creo que nadie salió insatisfecho del recinto. ¿Que más se puede pedir, si se es aficionado al progresivo? Los que estuvimos presentes tuvimos la oportunidad de disfrutar un concierto impecable, y constatamos con satisfacción el gran talento que tenemos en nuestra tierra. ¡Ojalá se repita frecuentemente este tipo de espectáculos!

jueves, 5 de mayo de 2011

El infiernito diario

Los caraqueños todos debemos haber sido muy, muy tremendos en nuestras vidas pasadas, para merecernos nuestra ración cotidiana de averno. Ya sea que nos movamos en carro particular, transporte público superficial o transporte público subterráneo, nos toca luchar contra miles de semejantes para lograr algo que debería ser sencillo: trasladarnos a nuestros lugares de trabajo, estudio o diligencias, o devolvernos a nuestros hogares. No tengo las estadísticas a la mano, pero unas encuestas a boca de jarro (de cerveza) me dicen que el caraqueño promedio emplea unas dos a tres horas diarias para trasladarse desde y hacia su casa.

Un factor curioso de la dinámica caraqueña es la distancia entre el lugar de trabajo y la residencia: por lo general, los que viven en el oeste trabajan en el este, y viceversa. Esto trae como consecuencia que las principales arterias viales (es un decir, ya que son unos tristes vasitos capilares que no tienen la capacidad de permitir el traslado de la enorme cantidad de unidades móviles que se desplazan por la ciudad), decía que las principales arterias viales están colapsadas más o menos de 6:00 AM a 9:00 PM. Ya no existe el concepto de hora pico en el tráfico, ya que todas lo son. Afortunadamente, si se tiene hambre o sed, se puede contar con el servicio de los vendedores ambulantes: con ellos se puede cuadrar una frugal cena a base de tostones, mango aliñado,  cotufas viejas y acompañarla con alguna bebida, tal vez espumosa. Y de paso engañar el tiempo con alguna selección músical o humorística en CD "quema'o", o tal vez una película XXX si se cuenta con reproductor de DVD.   

Otro aspecto digno de estudio es la manía de matricular a los hijos en los colegios más alejados posibles de la vivienda. En los países serios, los muchachos acuden a la unidad educativa que les corresponde, según su zona de residencia. Y son  instalaciones públicas: a los colegios privados van los hijos de la gente adinerada, o los que practican  alguna religión particular. Y por lo general van a pie, o los recoge un autobús escolar en donde cabe una manada de párvulos. Pero nosotros no: cada padre o madre lleva a su respectivo retoño en su vehículo particular al colegio, ocasionando unas simpáticas colas en las urbanizaciones en donde está situado el mismo.

Una paila particularmente sádica de nuestro criollo infierno es la correspondiente al otrora símbolo de la Caracas decente y progresista: el Metro. Si Dante Alighieri hubiera tenido la oportunidad de visitarlo, tal vez su descripción del reino de Satán habría alcanzado otras proporciones, dada la calidad del material a su disposición. Viajar en el Metro en las horas de punta (casi todas) es una actividad arriesgada y peligrosa. Sin retórica alguna: es la verdad verdadera.

Hay ocasiones en que la dosis de infierno se multiplica: cuando llueve, se va la energía eléctrica, o las dos anteriores. Allí si es verdad que se acabó el pan de piquito: si el tránsito normalmente es insoportable, en esos momentos la ciudad se trastoca en un enorme estacionamiento, y el tráfico se moviliza, con inconvenientes, por las aceras: miles de peatones optan por trasladarse a pie, antes de aguardar la caída de la noche.

Dentro de todo, los que tenemos la fortuna de poseer transporte propio somos sumamente privilegiados: tengo compañeros de trabajo que para lograr llegar a la oficina deben montarse en un jeep, una camionetica, metro, otra camionetica y por último el porpuesto de la urbanización (este último es optativo, si tienen la voluntad de caminarse unos 1.000 metros en subida). Realmente son dignos de admiración, no se como pueden trabajar después de esa hazaña.

Por último, debo mencionar a los que viven (¿viven?) en las ciudades-dormitorio: jamás un nombre fue tan acertado. Porque eso es todo lo que pueden hacer allí, llegar a dormir. Y unas escasas horas, ya que por lo general salen de su vivienda a las 4:30 AM y llegan entre 9:00 y 10:00 PM, a comerse cualquier cosa y a tratar de descansar lo más posible.

Lo único que me alienta es lo siguiente: si pago en esta vida los desmanes de las anteriores, tal vez en la siguiente me toque habitar en algún lugar más amable para el ser humano. Me conformaría con una churuata en Choroní, o una posada en Los Andes.