sábado, 3 de noviembre de 2018

El callejón de la puñalada

Nunca frecuenté algún local del callejón de la puñalada, llamado formalmente Pasaje Asunción. Pero esa calle no me es ajena. La visitaba asiduamente en mi infancia, pues en uno de los inmuebles que se asoman a ella vivía una familia conocida. Era la casa de una buena amiga de mi hermana. En mis recuerdos era un apartamento más largo que ancho, con el desorden propio de un lugar en donde vivían una adolescente y sus dos hermanos pequeños. Unas oscuras escaleras conducían hacia él. Creo recordar un largo balcón que permitía asomarse al callejón. Yo, a mis 7 u 8 años, era inocente a la vida que se gestaba más abajo. No sabía que la bohemia intelectual de esa Caracas, imbuida de vapores revolucionarios y altamente alicorada, tenía su asiento allí, en los varios bares que cobijaba. Luego, de mayor, lo evadía. Su fama, que ya conocía, hacía que el pequeñoburgués de mí sintiera algo entre el temor y la repulsión por ese sitio. Hoy es asiento de algún local de ambiente, un hotel que tiene toda la vida allí, y una fauna variada de buhoneros, hippies y hippiebuoneros, tatuadores y colocadores de piercings. No sé del origen del nombre con el que se conoce, sería genial encontrar alguna crónica que lo explicara. Caracas necesita rescatar esa historia menuda.

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