lunes, 11 de noviembre de 2019

Caldo negro



Durante el desayuno, le cuento a Mary el sueño que tuve justo antes de despertar: estábamos en un carro, conducido por la prima Miriam Nikken. Era la mañana del 16 de noviembre, e íbamos hacia la marcha. Llovía copiosamente. Pasábamos por la trinchera de la Libertador, y veíamos apostados, encima de los puentes, varios GN con sus armas de reglamento. De pronto circulábamos por El Rosal, en una de sus avenidas principales, presumiblemente la Venezuela, y unas cuatro mujeres cruzaron de manera repentina frente a nuestro carro, como huyendo. La lluvia arreciaba, y se formó una especie de río en la avenida. Sobre aquel río vimos flotar a una señora, arrastrada por la fuerza del agua, que terminó recalando en una zanja que tenía el asfalto al lado de una esquina, y desapareciendo en ella. Le dije a Miriam que se detuviera, y me bajé a auxiliar a la mujer. La ayudé a salir de la zanja, y cuando estuvo de pie, le pregunté: “¿Señora, qué tiene?” “Caldo negro en el estómago”.
A Mary le intrigó lo del caldo negro, y buscó su significado en Wikipedia. Esto es lo que halló:

"El caldo negro (en griego antiguo μέλας ζωμός, melas zomós) o sopa negra era un plato tradicional espartano hecho con sangre, vino y vísceras; ascendido a símbolo de la frugalidad de las costumbres espartanas, y la comida fundamental consumida en la sisitia (comida colectiva de los espartanos).
En realidad la traducción ‘caldo negro’ no refleja plenamente el significado del término griego, que más literalmente designa una ‘sopa negra’: se trataba en realidad de un guiso de carne de cerdo, oscurecido por la adición de sangre y vino. Aunque no se ha conservado receta alguna de este plato, se cree que incluía también vinagre, para que actuase como emulsificante evitando que la sangre del cerdo se coagulara durante la cocción.
Según la leyenda, un hombre de Sibaris, una ciudad del sur de Italia famosa por su lujo y glotonería, dijo tras probar el caldo negro que entendía por qué los espartanos estaban tan dispuestos a morir.
Plutarco, en la Vida de Licurgo, cuenta que un rey del Ponto, tras haber oído hablar de esta famosa sopa y sintiendo curiosidad, hizo traer a un cocinero espartano para que lo preparase. Al probarlo lo encontró pésimo, diciéndole entonces el cocinero que para disfrutarlo plenamente era necesario bañarse primero en el Eurotas(el río del Peloponeso que pasa por Esparta), lo que significaba que había que apreciar las costumbres y tradiciones espartanas, adaptándose a un estilo de vida simple y esencial.
El mismo Plutarco cuenta que los ancianos espartanos no comían carne (que se dejaba a los jóvenes), prefiriendo alimentarse casi exclusivamente de caldo negro.
Ateneo ejemplifica la decadencia de Esparta señalando que los cocineros, acostumbrados a elaborar salsas refinadas, ya no eran capaces de preparar el caldo negro".

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