A ver, es inevitable para quienes crecimos con Rayuela establecer un paralelismo, en cuanto a su estructura de novela lúdica: tal y como sugiere el libro en su prólogo, admite diferentes maneras de leerlo, pues cada capítulo es independiente a pesar de encajar a la perfección en la historia que nos cuenta José. El libro nos pasea por los delirios del personaje principal; aúna momentos sumamente divertidos con episodios de humor negro (¿cómo olvidar a la milf bipolar?), sesiones desquiciadas de psicoterapia, erotismo con personajes de dos dimensiones y situaciones que tal vez fueron oníricas o tal vez no. Todo salpicado por referencias musicales, cinematográficas y literarias que me obligaron a veces a consultar youtube para entender de qué iba la cosa. Cómo lo definí en el tuit del #librodeldía: Coctel de paranoia, cultura pop y humor.
Hacia el final del libro, en el capítulo denominado "Hermosos objetos imposibles", sentí que el espíritu de Otrova Gomas andaba flotando por allí, y esto debe entenderse como un halago, ya que Otrova, para mí, es el exponente principal del humor cerebral criollo, ese que no apela a la grosería ni al doble sentido barato para hacernos soltar una risotada o, más sutil todavía, esbozar una sonrisa de complicidad. Eso mismo logra Urriola con algunos pasajes de su libro, que permiten relajarnos un rato antes de enfrentarnos con episodios que exigen atención total para apreciarlos a plenitud.
Para cerrar, solamente diré que me identifiqué mucho con el personaje principal y su particular paranoia, ya que en algún momento de mi vida sentí algo parecido. Y creo que tal vez eso le ha pasado a mucha gente, en mayor o menor grado.
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