lunes, 8 de abril de 2019

La leyenda de Bonnie & Clyde, revisitada





No recuerdo haber visto completa la película de 1967 sobre Bonnie & Clyde, con Warren Beatty y Faye Dunaway. Tal vez la pesqué algún domingo en la tele, comenzada, y la vi de manera fragmentaria. Sé que en ella se le dio un aura de glamour a la joven pareja delictiva, que en la vida real contó con una gruesa base de fans, tanto así que, sumados los dos entierros, fueron visitados por 35.000 personas.

En Netflix estrenaron hace poco el otro lado de la historia. La versión desde el punto de vista de la justicia, desde la perspectiva de los hombres que le dieron caza a B&C. Una buena producción, que cuenta con un gran reparto, un guion sólido y excelente fotografía. El cuidado de los detalles históricos es notable: algunas tomas fueron realizadas en los sitios reales. Pero lo que me llamó la atención fue lo que se pudiera llamar la metadata del film, a falta de un nombre más apropiado. Me refiero a que dos actores rumbo al ocaso (para los estándares holliwoodenses, me refiero) , Kevin Costner y Woody Harrelson, interpretan a dos policías retirados contratados para atrapar al duo hamponil que comenzaba a ser una amenaza mayor para la sociedad. Y tanto los actores como los personajes a los que les dan vida demuestran que tienen todavía mucho que aportar en sus respectivas áreas de desempeño.

Llama la atención el enfoque que le da la película a los jóvenes hampones. Prácticamente no tienen visibilidad en el film. De hecho, no se les ven las caras sino el el desenlace. Cuando aparecen en escena, es para resaltar su audacia, su popularidad o su crueldad. Del resto, nada. Son como unos fantasmas silentes, el objeto de la persecución. Sabemos de ellos de manera referencial, nunca de primera mano, salvo en las contadas escenas que los tienen como protagonistas que nunca muestran su rostro ni hacen escuchar su voz.

Otro aspecto interesante de la película es que, en el fondo, se trata de una "road movie". La cacería de los dos criminales se transforma en un viaje por el deprimido sur de los años 30, y me trajo a la memoria ecos de la película "las uvas de la ira", por los campamentos de gente sin techo. Hay una escena en particular que me me estremeció: los policías rebasan en la carreteta un camión, que transporta en la parte de carga los enseres de una familia. Se ve por unos instantes a una señora, sentada sobre una silla, tal vez una mecedora, a la intemperie, como si fuera un trasto más.

La peli se llama "The highwaymen", y fue traducida con el anodino nombre de "Emboscada final". Si les gustan las historias basadas en la vida real, les puede interesar este film.

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