miércoles, 23 de marzo de 2011

Trabajo en progreso

Hay días en los que realmente no provoca hacer nada, o más bien en los que nada de lo que se debe hacer provoca hacerlo. Pudiera parecer lo mismo, pero hay una sutileza que diferencia ambas afirmaciones. Como sea, hoy es uno de esos días. El trabajo sin hacer se acumula, mientras que el realizado se mantiene estático. La mente divaga y el reloz avanza lenta, muy lentamente. Se toman unos papeles del escritorio, se introducen unos datos en la computadora, se revisa el correo electrónico, pero en el fondo no se efectúa ninguna tarea pendiente. Algo lo impide, una voz en el interior clama por un cambio. Una voz rebelde que recuerda los sueños de la juventud, los temas irresueltos, la verdadera vocación. Sin embargo eventualmente esa voz se acalla, opacada por otra voz más fuerte e imponente: la voz de la responsabilidad. Uno debe pagar las cuentas, las matrículas estudiantiles, los carros, y debe darle de comer a las personas que dependen de él. La voz rebelde se acalla, pero sigue murmurando, muy bajito pero no totalmente imperceptible. Algún día.

5 comentarios:

  1. Acertado eso de que no provoca hacer nada. Cuando se ha hecho mucho, ya se siente ( en mi caso) deseos de que otros tomen el testigo y arreglen ( o traten) de superar los escollos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por opinar, Ebenezer. A veces el relevo generacional es necesario, ciertamente.

    ResponderEliminar
  3. Hay dias así, es cierto........la rutina asesina la llamo yo ! Todo es parte del ser humano imperfecto y contradictorio, y a la postre el sentido de responsabilidad (o de amor?) se impone.......y resulta muy dificil entender donde termina la una y comienza lo otro.......tal vez algún dia, lo entienda......

    ResponderEliminar
  4. La rutina mata, en serio. Por eso es necesario tener alguna vía de escape, hacer algo creativo.

    ResponderEliminar