La subterránea Caracas
que te estruja y te amasa
como si no fueras gente
sino masa de hallacas.
Tomar metro es una aventura
que no se sabe en qué va a parar:
puede ahondar tu urbana cultura
o dejarte sin el celular.
El subterráneo es una licuadora,
una máquina de moler a la gente.
entras como una seductora
pero sales como una indigente.
Cuando abordes el vagón
conocerás el calor humano
pero mosca con ese won
que trata de meterte mano.
Puede ser que pretenda
prodigarte una caricia
o quitarte esa prenda
que despierta su codicia.
Si corres con suerte
raudo y ligero viajarás
pero eso ocurre casi nunca,
algún domingo, quizás.
El resto de los días
tienes que conformarte
con la velocidad
que tengan a bien darte.
Pero dentro de todo,
el metro es algo especial;
te das cuenta cuando usas
el transporte superficial.
que te estruja y te amasa
como si no fueras gente
sino masa de hallacas.
Tomar metro es una aventura
que no se sabe en qué va a parar:
puede ahondar tu urbana cultura
o dejarte sin el celular.
El subterráneo es una licuadora,
una máquina de moler a la gente.
entras como una seductora
pero sales como una indigente.
Cuando abordes el vagón
conocerás el calor humano
pero mosca con ese won
que trata de meterte mano.
Puede ser que pretenda
prodigarte una caricia
o quitarte esa prenda
que despierta su codicia.
Si corres con suerte
raudo y ligero viajarás
pero eso ocurre casi nunca,
algún domingo, quizás.
El resto de los días
tienes que conformarte
con la velocidad
que tengan a bien darte.
Pero dentro de todo,
el metro es algo especial;
te das cuenta cuando usas
el transporte superficial.
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