domingo, 26 de enero de 2014

Jornada de observación de aves de Caracas Alada



Tal vez al ciudadano distraído se le pase por alto la gran variedad de fauna alada que puede conseguir en Caracas. Ese no es el caso de Marianella Ferrer, quien comenzó a desarrollar el hobby de la fotografía de los pájaros caraqueños al notar la gran cantidad de ellos que visitaban su jardín. Empezó desde la ventana de su casa, en donde pudo tomar imágenes de muchas especies distintas. Cuando tuvo una cantidad considerable de fotografías, se le ocurrió exponerlas en la web, y para ello fundó un grupo en Facebook al cual le puso el sugerente nombre de Caracas alada.

El grupo comenzó a tener una popularidad notable, a sumar seguidores, y a generar un catálogo fotográfico importante. Todas las semanas decenas de nuevas fotografías lo enriquecen gracias al aporte entusiasta de sus miembros, entre los cuales destacan varios fotógrafos de gran destreza. Pero a Marianella ya le estaba quedando pequeño el espacio de la pantalla del PC, por lo que se le ocurrió dar un paso más allá y llevar la actividad de su grupo de lo virtual a lo real, de la computadora al campo. Es así que organizó, apoyándose en los conocimientos del ingeniero Dorgelis Alcocer, una jornada de observación de aves.

El sábado 25 de enero fue la fecha escogida para realizar la actividad, y a las 7:30 ya nos encontrábamos reunidos en las instalaciones del Parque del Este para realizar un recorrido guiado por Dorgelis, gran conocedor de los posaderos habituales de las diferentes especies que hacen vida en el parque. Armados de binoculares y cámaras, los participantes en la jornada (Marianella Ferrer, Blanca Yánez, Lesbia Jiménez, Aixely Espinoza, Dorgelis Alcocer, Erick Houli y mi persona) nos dedicamos a observar y capturar en imágenes la mayor cantidad de especies posible. Y vaya que lo logramos: la lista de distintas aves observadas, sin contar a las que están en cautiverio, alcanzó el número de 31, en las 3 horas y media que le dedicamos a la actividad, en la cual cubrimos menos de la mitad del parque. De tanto en tanto Dorgelis hacía un alto en el paseo, para dar alguna información relevante o algún dato curioso, como por ejemplo el hecho de que el parque es uno de los llegaderos del Turpial de Baltimore, en su proceso migratorio, y se espera su llegada alrededor de febrero. Por último visitamos el aviario, en donde están en cautiverio múltiples especies que aglutinan gran parte de la fauna alada del país. A pesar de que da cierta tristeza observar a esos pájaros tan espectaculares confinados en esos pequeños espacios, resultan de gran valor educativo por ser ejemplares difícilmente observables en sus hábitats naturales.

Fue una jornada sumamente grata y didáctica. Y la vamos a repetir en algún momento cercano, tal vez en el marco de un pequeño curso de observación de aves. Se la recomiendo en especial a los que tienen algún tipo de sensibilidad hacia los animales: se sorprenderán al aprender a ver, entre la espesura de la vegetación, la gran cantidad de aves que desarrollan su vida en los árboles, procurando su sustento. Y de paso, coleados entre ellas, otros animales que deambulan libres por allí, como las perezas y las ardillas.  Pero voy a dejar que las imágenes terminen de echar el cuento ya que estoy seguro de que lo harán mejor que yo.
Colibrí mango pechinegro (Erick Houli)

Tordo maicero (Dorgelis Alcocer)

Perico acollarado (Dorgelis Alcocer)

Pitirre chicharrero (Dorgelis Alcocer)

Garza real (Erick Houli)


Maracaná (Dorgelis Alcocer)

Guacamayo azul y amarillo (Erick Houli)

Pájaro vaco (Erick Houli)

Corocoro colorado (Lesbia Jiménez)

Chiriguare (Lesbia Jiménez)

Guaco (Lesbia Jiménez)

Azulejo de jardín (Erick Houli)

Paraulata ojo de candil (Dorgelis Alcocer)

Palomita maraquita (Marianella Ferrer)

Carpintero habado macho (Erick Houli)

Canario de tejado macho juvenil y adulto (Erick Houli)

Pintasilgo buchinegro (Lesbia Jiménez)

Tordo mirlo (Dorgelis Alcocer)

Cristofue (Dorgelis Alcocer)

Cotúa olivacea (Marianella Ferrer)

Candelita migratoria (Erick Houli)

Tortolita (Marianella Ferer)

Zamurita (Marianella Ferrer)

Tordito (Marianella Ferrer)
Otras especies observadas:

-Colibrí cola de oro
-Reinita común
-Paraulata llanera
-Conoto negro
-Pitirre copete rojo
-Zamuro
-Lechosero ajicero

viernes, 24 de enero de 2014

Nombre de mujer, de Arnoldo Rosas



Una de las cosas más gratas de la vida la constituyen los regalos inesperados, que caen del cielo y nos ponen contentos como chiquillos alrededor del árbol de navidad. El diciembre del año pasado recibí uno de esos obsequios, de manos del escritor Arnoldo Rosas, quien me hizo llegar su primera novela Nombre de mujer. Gracias a ese desprendido gesto pude disfrutar de una lectura sumamente amena, bien construida y mejor llevada, que nos cuenta la historia de unos amigos de toda la vida haciendo énfasis en su etapa universitaria. Como en un juego de adivinanzas no se nos dice todo sobre ellos, poniendo al lector a conjeturar y de esa manera participar activamente en la trama. Es un notable ejercicio de escritura, sobre todo tomando en cuenta que se trata de una opera prima.

Ahora, más allá del hecho formal, esta novela significó mucho para mí: fue como si una parte de mi pasado me estuviera haciendo un guiño desde las páginas escritas por Arnoldo. Resulta que la universidad que describe es la Simón Bolívar, mi primera casa de estudios superiores, y el espacio temporal es el mismo en el cual estuve allí. Para mayores coincidencias, narra con precisión pasmosa mi primera clase con el adusto y temible profesor Dino Garber, nombre que Rosas trastoca en Fino Gabel: su discurso de bienvenida fue tal cual, la desazón producida por el mismo también. A partir de ese momento, la lectura se me trasformó en recuerdo, y en complicidad con la cuerda de amigos que hacían vida en el Ampere, en la casa del estudiante, en los jardines. Y rememoré las partidas de ping pong y de dominó, en las pausas a veces largas entre clase y clase. La similitud llegó hasta los predios de la música y las bebidas, ya que tanto la salsa brava como el triple filtrado La Florida fueron acompañantes frecuentes esos años.

Hay libros que se vuelven entrañables, y son revisados de tanto en tanto ya sea para recordar algún pasaje o para constatar si siguen siendo tan importantes para uno como lo fueron en el pasado. Sospecho que Nombre de mujer va a caer en esa categoría, porque ¿a quién no le gusta recordar el pasado, cuando fue irresponsablemente feliz?

domingo, 19 de enero de 2014

El barro y la luz



En un charco de agua sucia
me reflejo.

Ese espejo me devuelve
una imagen fidedigna.

Aunque turbio, el charco
me interpreta.

Constato que entre el agua y el barro
la verdad se filtra.

La luz halla su camino
en medio de lo opaco.

Sabe esquivar las alcabalas
de lo oscuro.

La luz siempre prevalece.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Frágil



Tan delicada como la tela de la araña,
tan efímera como la vejez de la mariposa,
tan incierta como la próxima lluvia,
tan quebradiza como las hojas secas.

Nunca sabemos del próximo día,
y sin embargo
hacemos planes a largo plazo
como si fuéramos los dioses del tiempo.

Nos encanta creer
que tenemos el control,
porque somos engreídos
y, sobre todo, ilusos.

Tal vez sea mejor dejarse llevar,
seguir el flujo,
asombrarse por cada nuevo amanecer,
dar gracias al caer la noche.


sábado, 21 de diciembre de 2013

El viaje



Bifurcaciones caprichosas me han traído hasta aquí.
Camino largo, ritmo irregular,
vueltas en U.
Círculos viciosos, tal vez demasiado viciosos, a veces.

Temporadas detenido en parajes cómodos,
pero engañosos.
Creer haber llegado y no estar en ningún sitio.

Darme cuenta, tal vez muy tarde,
y retomar la marcha,
apuntando hacia otro lado.

En alguna curva de la vía
me detengo un rato a tomar aliento,
a sopesar opciones,
a cavilar.

No, no me he equivocado.
Hice lo correcto.
Ahora, a reanudar el viaje,
sin arrepentimientos.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Artificios

A todos mis hermanos Grinch

Se acaba el año.
Toca ponerse la máscara de felicidad,
asistir a unas cuantas fiestas,
tomar todo el whisky que te pase por delante,
fingir alegría hasta casi sentirla.
Después de todo hay que celebrar,
celebrar a toda costa,
celebrar qué coño,
celebrar.

Vamos, deja la amargura.
La gente tiene buenas intenciones.
Los árboles el pesebre las luces los santas
están para atestiguarlo.
El que adorna su casa no puede ser
mala persona.
¿No?

Navidades de plástico,
Navidades bébete un trago,
Navidades la gaita,
Navidades come como un desaforado,
Navidades fuegos artificiales
que asustan a muerte a las pobres mascotas.

Respira la pólvora
que te espera el 31,
mientras ves el espectáculo
de miles de miles de devaluados bolívares
quemados en el altar de la inconsciencia.

Qué más da,
es solamente una vez al año.

Por fortuna.


martes, 10 de diciembre de 2013

Casas cansadas

De noche las casas adquieren vida propia,
que se manifiesta a través
de una voz enigmática pero inconfundible,
un lamento quedo,
un quejido provocado
por el peso de los años
que les han pasado por encima.

Algunos piensan que son
los fantasmas de antiguos moradores
que vagan por los pasillos
arrastrando pasos cansados,
cadenas y demás artefactos espectrales,
pero esas son creencias infundadas.
Es el llanto de las maderas,
de las vigas, de las paredes,
aquejadas por achaques propios de ancianos,
ateridas por el frío que les provoca
reumatismos geológicos, minerales.

A veces despierto de madrugada
y escucho a mi morada
emitir apagados sollozos lastimeros.
Como si su edad, que ya es avanzada,
la hiciera clamar por descanso.
Pero, ¿cuándo puede descansar una casa?



sábado, 7 de diciembre de 2013

Las Corocoras: lugar 5, comida 4, atención 1.



El Parque del Este tiene un lugar sumamente acogedor, a la orilla del laguito de las aves acuáticas. Un lugar privilegiado, en donde se disfruta de un ambiente umbroso, un grato silencio y una hermosa vista. Y se puede comer, también. Se trata del Restaurant Las Corocoras.

Esta mañana pensé en invitarle a mi esposa un juguito en ese sitio, después de nuestra habitual caminata, pero estando allí vimos que ofrecían desayunos criollos, y como teníamos esa comida pendiente decidimos aprovechar y resolverla allí. Nos tomó la orden un muchacho muy amable, y nos invitó a sentarnos, previo pago del consumo, que ellos nos llamarían cuando estuviera listo. Así hicimos, y nos pusimos en una de las mesas más cercanas a la orilla del lago, para  tomar algunas fotos mientras salía nuestro pedido.

El tiempo iba pasando, y cuando nos comenzó a parecer que ya era demasiado, y notamos que muchos clientes que habían llegado después de nosotros ya estaban comiendo, me fui al mostrador a ver qué pasaba. Allí se acabó la amabilidad. Le pregunté a una señora que parece la jefe del sitio, y me dijo que no había ninguna orden pendiente, así, de buenas a primeras. Por fortuna el muchacho que había tomado la comanda apareció y dijo que sí, pero que aparentemente se había traspapelado. Cuando comencé a manifestar mi inconformidad (ya había pasado más de media hora) la señora me dijo que yo tenía que esperar. NUNCA HUBO UNA DISCULPA. Simplemente la explicación de que en la cocina se había extraviado la orden. Para cerrar el episodio, habían anotado mal las bebidas.

Cuando se atiende al público el servicio lo es todo. Tal vez tuvimos mala suerte (la comida estaba buena, no hay quejas en ese sentido), pero siento que no fuimos tratados con consideración, tomando en cuenta el largo rato que estuvimos esperando. Espero que los concesionarios del lugar puedan leer esta nota, y la tomen en cuenta para futuras ocasiones.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Impresiones de diciembre



Esta mañana
la columna de mercurio amaneció enana.

El aire tiene otra cualidad,
diáfana, como de cristal.

El cielo se recorta con precisión de ebanista
contra la silueta de los objetos a distancia,
pintado de un azul que hiere de arrogancia.

Diciembre.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Café



Una taza de café recien colado
reposa a mi lado, humeante,
mientras decido cuál será mi vestimenta.

Voy tomándomelo despacio,
a pequeños sorbos, procurando no quemarme,
aunque siento que el reloj me apremia.

Hoy es martes, otro martes igual al anterior,
seguramente igual al siguiente.
Martes de tráfico, de llegar apurado,  justo a tiempo
para marcar mi huella dactilar - antes era tarjeta-
en la máquina que controla la asistencia.

Habrá una pila de asuntos pendientes,
conversaciones medio intrascendentes,
alguna reunión imprevista,
el almuerzo despachado a toda prisa,
en el escritorio,
frente al computador;
luego un breve paseo por el centro comercial de al lado
para marcar la pausa meridiana,
y después otras cuatro horas repitiendo la misma labor.

A lo mejor algún evento no programado
cambiará un poco el ritmo del día:
la gente saldrá a los pasillos en colectivo cotilleo
y al rato se volverá a recluir en su cubil. Cubículo, quise decir.

Y cuando llegue la hora de salida, o la hora en la que pueda salir
- no siempre son la misma cosa-
repetir el viaje de la mañana,
pero a la inversa, salpicado a ratos de luces blancas y rojas,
pendiente de los motorizados, del semáforo,
de los peatones,
escuchando a algún analista político
decir las mismas palabras
recicladas año tras año
en alguna emisora FM,
procurando llegar pronto a casa,
encerrado en la oscura burbuja anónima,
buscando la invisibilidad.

Pero eso será más tarde.
Mientras tanto, trato de eternizar
mi taza de café humeante.
Lo más que se pueda.