miércoles, 3 de julio de 2019

Júpiter


Subí un rato a la terraza, para acompañar a la perra, que se quedó como hija única tras el deceso de su compañera, y está resintiendo la soledad. Y, también, para echar humo. La tarde cerró plácida, de un azul claro, casi lechoso, que se confundía con la tenue capa de nubes que acaparaba parte de la esfera celeste que se me permitía ver. Imperceptiblemente, con cadencia de caracol, fue haciéndose la oscuridad. De pronto, comenzó a brillar lo que ahora sé que es Júpiter, planeta que orbita con frecuencia hacia el este, en estos días. Estaba solitario, como mi perra. La luna, su habitual acompañante, todavía no salía. Me le quedé mirando un rato, tratando de divisar -cosa imposible, a simple vista- su colorido, como de ónix. A veces es imprescindible abstraerse de la cruel realidad que nos agobia. Yo, miro hacia el cielo.

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